12.26.2011

Rollingstone.

Durant un viatge de l’estiu del 89 em vaig comprar per primer cop un número de la revista “RollingStone”. Va resultar que era el número commemoratiu del vintè aniversari de la publicació i l’havien fet doble, gruixut i pesant com una llamborda.

Hi havia fotos de tots els músics i cantants importants de l’època. Unes fotos fantàstiques, la majoria d’una dona de cognom jueu, una tal Annie Leibowitz.

Al 89 jo portava tretze anys muntant escenaris i infraestructures pels concerts i les gires de rock internacional que venien a Espanya i veure tan ben retratat l’ambient del gran circ em va fascinar. També portava uns quants anys sense fer de fotògraf professional i vaig fixar-me en la qualitat i l’aparent facilitat de les fotos de la senyora Leibowitz.

Anys abans havia llegit “Contra la interpretació”, un llibre de la senyora Sontag, que més tard –o potser abans- es va convertir en la parella inseparable de la fotògrafa Leibowitz, però en aquell moment jo ignorava aquestes coses. El llibre m’havia clarificat conceptes que tenia latents i després, fullejant aquell exemplar de revista de gairebé un kilo de pes, vaig tenir la mateixa sensació de coincidència. De pertanyença.

Annie Leibowitz segueix sent la meva fotògraf preferida. L’altre fotògraf que no em deixa mai indiferent és el francès Cartier-Bresson. Després, més lluny, el Richard Avedon pel que fa a la foto de moda i l’equip de professionals que després de Magnum va fundar Gamma i posteriorment Sygma, agències franceses que subministraven material gràfic a les revistes d'informació política del moment –L’Express, Le Point, Le Nouvel Observateur, Newsweek, Time, Der Spiegel- i a unes quantes més.

Fotògrafs inoblidables com el Raymond Depardon o el Manuel Bidermanas. Tipus humils. Treballadors gairebé anònims com ho acostumen ser els fotògrafs de premsa.

El meus mestres pel que fa a la fotografia, l’Oriol Maspons i el seu soci Julio Ubiña, provenien de l’escola del Cartier-Bresson. Treballàvem amb Leica M3 i pel.lícula TriX, una emulsió de Kodak que segueix vigent i que per la gent que fèiem reportatge era insubstituïble.

Amb els anys he comprovat que mai he estat un bon fotògraf. Fent premsa sabia ser al lloc adient al moment precís i així havia aconseguit alguna portada i algun reportatge rellevant, però veient les fotos dels senyors Cartier-Bresson, Maspons o Ubiña o les de la senyora Leibowitz o les dels tipus de les agències que he esmentat abans em veig com un aprenent poc dotat. Lamento decebre’ls.

Com gairebé tothom he tastat les excel·lències del digital i com uns quants retorno ara a la pel·lícula -preferentment al blanc i negre- i al revelat, a les fulles de contactes, a la lupa i a la Leica, que amb el seu visor telemètric d’imatges sobreposades no sembla afectada pel pas del temps.

La pel·lícula permet a més conservar la memòria en forma de negatiu. El sistema digital, en canvi, incorpora sempre el terrible “delete” que permet esborrar el que no sembla essencial i ens converteix així en éssers sense records, sense més memòria que la que volem aprofitar per la foto següent.

Poca memòria. Pocs records.


Pierre Roca

12.21.2011

Adaptarnos.

Los humanos tendemos a adaptarnos a las circunstancias. Cuando no lo hacemos perdemos pie y acabamos pereciendo profesional y socialmente, económicamente y cómo colectivo.

Cené hace unos días en casa de una joven pareja. Los dos sobre los treinta y cinco años, clase media alta, cultura media, casados, un hijo pequeño e instalados en el “eixample” barcelonés.

Sus expectativas vitales se tejían a partir del pequeño negocio inmobiliario familiar. El padre o el abuelo se hacían con un solar urbano, se construía un edificio, se vendía generando plusvalías y se empezaba otra obra. O dos si los vientos eran propicios.

Con la entrada en escena de la crisis el esquema se vino abajo. Se quedó algún edificio sin vender y los ingresos de la pareja sufrieron una merma considerable que se sumó a la desorientación. ¿Y ahora qué?

Partiendo de la realidad tangible de lo que no se había vendido se dotaron de una mínima –muy mínima- estructura comercial integrada por ellos mismos y un despacho en la misma obra terminada pero aún vacía. Estudiaron de cerca los tics, los vicios y las carencias recurrentes de los vendedores de inmuebles, él se despojó de la corbata y ella se presentó cómo una chica joven con ganas de trabajar y así, con lo que a primera vista parece un bagaje tirando a escaso, pusieron manos a la obra.

El primer edificio se vendió a buen ritmo. Ahora van por el segundo y están en tratos con una de las entidades financieras con mayor patrimonio inmobiliario que vender - fruto de desahucios, adhesiones y ejecuciones- que les ha encargado la ágil realización de tanta obra con criterios realistas y de efectividad.

Durante los casi dos años de labor se han interesado por las técnicas de venta del sector, se han movido e investigado y siguen atentos a sistemas y procedimientos que agilizan el proceso comercial. Han pactado con la parte de su familia que ostenta la titularidad de la obra terminada para reducir los precios al mínimo sin por ello franquear el umbral de las pérdidas y han ido desarrollando un perfil de empresa atractivo y ganador, basado en la eficacia.

Diciéndolo como sugiere el título de este texto, se han adaptado a las circunstancias y han implementado formas, sistemas y argumentos adaptados a su vez a la realidad que nos rodea.

La respuesta es a todas luces positiva. Interesándose por los colectivos que tradicionalmente ahorran y que practican con naturalidad la ayuda mutua –a menudo ciudadanos de otros países y de culturas alejadas de la nuestra- han descubierto mercados menos maleados, más receptivos y con capacidad de respuesta –de decisión- prácticamente inmediata.

El país está lleno de estos mínimos ejemplos. Empresas que se organizan a partir de una idea clara, que empiezan sin más infraestructura que un despacho, a menudo un rincón de la sala de estar, un ordenador y un móvil. Y trabajo, claro. Trabajo, empeño, ahínco, esfuerzo, confianza, ilusión y libertad de acción, lo que supone a menudo una velocidad de crucero superior a la que el sistema –organismos de la Administración y otras hierbas de parecido jaez- puede digerir, entender y metabolizar.

La pequeña historia real que les he contado me pone de buen humor y debería estimularnos a todos. Demuestra que la vida sigue, que quedan cosas por hacer –muchas- y que a menudo basta con mirar alrededor nuestro, detectar carencias y ponerse a ello.

Y dejar de quejarse.

Les deseo el mejor 2012 posible. El que hagamos entre todos.


Pierre Roca

11.22.2011

Ahora.

Veinticuatro horas después del escrutinio que ha declarado vencedor de las elecciones de domingo día veinte al Partido Popular liderado por el señor Mariano Rajoy.

Veinticuatro horas durante las cuales he leído y escuchado lamentos, soliloquios, pataletas y manifestaciones de tristeza, temor e incertidumbre e incluso algunas, las de peor tono, de desafío y bravuconada.

Veinticuatro horas a lo largo de las cuales he ido articulando mi propia opinión acerca de lo acontecido, que en el fondo y en la forma no es más que un episodio consecuente con el marco democrático en el que vivimos. En el que vivimos afortunadamente.

El partido perdedor no lo tuvo fácil, debatiéndose con mejor o peor suerte en un entorno económico francamente adverso. Las decisiones que se tomaron no fueron siempre las más acertadas y el país se despertó un buen día a bofetadas, saliendo a trompicones del dulce sueño de la opulencia para darse de bruces con la jodida realidad. Con un panorama así cualquier grupito de amigos hubiese parecido más creíble que el gobierno del señor Zapatero.

Sumen a eso la distancia entre las poltronas gubernamentales y la realidad, una distancia que amortigua el afilado dolor de la crisis de los ciudadanos de a pie y transmite a quien ocupa el mullido sillón unas percepciones romas, distorsionadas y deformadas por el factor tiempo, dando lugar a respuestas que a su vez cambian de forma e incluso de fondo en su viaje de retorno del poder al pueblo.

En este espeso contexto el Partido Popular se mantiene al acecho y saca tajada de cada punto negativo del Ibex, de cada unidad de la famosa prima de riesgo, de cada parado, de cada desgracia, de cada indignado.

¿Y el pueblo? El pueblo, una buena parte del pueblo sabe poco de siglas pero se deja seducir por los anuncios de la inmediata recuperación del bienestar perdido, de empleo, de créditos, hipotecas y otras gabelas que la derechona domina. Esa parte de pueblo olvida el partido al que votó y que ahora, según lo vé y lo entiende, le engaña, le recorta, le amenaza y erosiona día a día los puestos de trabajo y los salarios y las prestaciones y la sacrosanta jubilación.

Ha ganado el PP y ahora empiezan a ver de cerca el morlaco que les viene de frente. Don Mariano afirma que plantará cara y no se dejará mandar por Europa pero esta mañana el bicho, en un primer derrote, le ha arañado un porcentaje apreciable de valor bursátil. Un aviso. Chulerías las justas.

En cuanto a nosotros, a trabajar. A trabajar e inventar y salvar obstáculos y a no esperar de los que mandan nada que se parezca a la lotería. Nos salvaremos nosotros en un ejercicio de la responsabilidad individual al que este país está acostumbrado y saca a relucir cuando las circunstancias lo imponen.

Nos salvaremos saltando de piedra en piedra, improvisando y ajustándonos el cinturón según nos lo pidan el cuerpo y el bolsillo. Pasando de ensimismados a activos, aparcando los lamentos para las tertulias y olisqueando la oportunidad de ganar un euro.

No nos queda otra. El gobierno recién elegido durará los cuatro años de rigor o quizá menos si el poder de seducción del presidente Rajoy no hace mella en la sensibilidad teutona. O quizá más si finalizado el ciclo no hay alternativa con pies y cabeza.

Nosotros a lo nuestro. A trabajar y a quejarnos durante la pausa del bocadillo y a reducir gastos y a verlas pasar.

Nosotros, todos nosotros, a no perder punto.


Pierre Roca

11.15.2011

Vot.

Fa un grapat d’anys vaig naufragar entre Sant Carles de la Ràpita i Les Cases d’Alcanar.

Navegava a bord d’una “Taylor” –una marca americana que fabricava precioses llanxes amb motor intraborda i volant- amb uns coneguts, es va produir una explosió, la llanxa es va encendre i ens vam tirar tots a l’aigua. Fins aquí tot ben normal, excepte que només hi havia dos salvavides pels cinc tripulants i que jo no sé nedar.

Vam passar una llarguíssima hora i mitja de nit i a uns cents de metres de la costa fins que uns pescadors ens van rescatar.

Durant els dies posteriors tothom em preguntava invariablement perquè navegava sense saber nedar –justament per això, perquè si saps nedar ja no cal anar en barca- i si em tornaria a embarcar després de l’ensurt.

Hi vaig tornar, naturalment. Vaig seguir acceptant invitacions d’amics mariners i disfrutant del mar. Em deia i em segueixo dient que el naufragi és l’excepció i no és motiu suficient per deixar d’anar en vaixell.

Per altra banda m’he casat dos cops i he compartit espais de temps significatius amb unes quantes senyores. Ara visc sol i els coneguts fan la pregunta corresponent: “No penses tornar-hi, oi?” referint-se a la possibilitat de conviure de nou amb una dona. Els contesto que no tinc res contra el sexe femení, més aviat el contrari, i que si es planteja l’oportunitat no ho dubtaré.

Com amb el naufragi em dic que un, dos o més errors no són suficients per qüestionar quelcom de tant rellevant com la possible convivència amb una dona que m’agrada i que em mira amb bons ulls.

Explicant-vos les dues històries que heu llegit i traslladant-me al present escolto sorprès les raons per les que molts votants del partit socialista anuncien ara que votaran a la dreta espanyola.

Com que els socialistes no ho han fet bé, diuen, ara voto els altres.

El primer que queda clar és que qui actua així no “sent els colors”, fent servir una expressió esportiva, i que votaria al primer que li pagués l’esmorzar, com va passar fa anys a França, quan per despit molts votants del PCF –el partit comunista- van votar a l’ultradretà Le Pen.

Per altra banda qui canvia de forma tan radical el sentit del seu vot és, o creu ser, un ésser al marge dels errors i de les equivocacions, el que em fa dubtar seriosament del seu criteri.

L’error és part inherent de la nostra condició humana. Quan l’error, a més, es deu en bona part a una situació global de crisi i de desorientació generalitzada hem de ser més comprensius i indulgents que mai amb qui té la feina de fer funcionar el país, sense per això deixar de ser crítics i exigents quan toca.

Al Partit Popular se li nota massa l’afany de poder i a sobre no explica ni desvetlla el conjunt de fórmules màgiques i de trucs que canviaran la cara del país com de la nit al dia, que donaran feina a cinc milions de persones aturades i que ens trauran de sobre el neguit d’un dia per l’altre.

Qui vota ara al PP per despit o per “castigar” als confosos socialistes s’equivoca.

Si jo mateix votés, que no voto, votaria de nou l’opció socialista per coherència i pensant que tenim coses en comú. S’equivoquen com jo mateix i com jo mateix fan el possible per no tornar a ensopegar.

Igual que jo, encara que no sempre ho aconseguim.


Pierre Roca

11.11.2011

Miedos.

Entre el trabajo de zapa de los políticos de cualquier tendencia, el de los medios de comunicación y el run run de la calle, que se alimenta de lo anterior, el país anda revuelto y sobre todo atemorizado. Acojonado.

Los medios ponen especial interés en subrayar lo negativo –es lo que asegura audiencias y garantiza tiradas- y los políticos, enzarzados cómo siempre en disputas pueriles, se guardan muy mucho de dibujar paisajes más amables.

El llamado “pueblo llano” se desazona, se asusta y se pregunta qué pasará mañana o en dos semanas o dentro de año y medio. Nadie sabe decirle nada que suene a serio y plausible y los que se manifiestan en las tertulias, las páginas de opinión y los parlamentos se limitan al parte de bajas y a glosar lo más áspero de la situación.

La crisis es dura, es incuestionable, pero si hacemos funcionar la memoria descubrimos que este país sufrió, entre 1936 y 1939, una guerra civil que lo asoló, que dejó casi un millón de muertos y el país hecho unos zorros, en un estado lamentable y en un sobrecogedor entorno de miseria y desánimo. No se me ocurre peor crisis.

Sin solución de continuidad medio mundo se enzarzó en una guerra sin parangón, entre 1939 y 1945, lo cual no supuso precisamente el mejor escenario para nuestra depauperada España. La guerra mundial costó millones de muertos y dejó las llamadas potencias en un estado penoso y con deudas espeluznantes. Otra crisis bastante peor que la actual.

Cómo ustedes ya saben las diferentes naciones implicadas en los desaguisados que he mencionado superaron el escollo a base de esfuerzo, de sacrificio y de afán de supervivencia, un instinto, el de la supervivencia, que mantiene la humanidad en pie desde la noche de los tiempos.

La actual crisis es severa y causa espanto pero no le llega al tobillo a la guerra. A cualquier guerra. Las crisis asustan, atenazan, arruinan, complican e inquietan pero no matan. No hay bombardeos ni tiros ni familias destrozadas. No generan rencores eternos ni odios imborrables. Se pierde poder adquisitivo. No la vida.

Pensar en esto me tranquiliza y me lleva a entender que algo hemos aprendido. Que alguna cosa hemos superado y que ahora, aunque el paro nos azote y nos inquiete, la solución está en buena parte en el esfuerzo de cada uno. En lo que cada uno de nosotros arbitre con mayor o peor fortuna para salir del atolladero.

La crisis duele pero no mata. Ya sé que es un consuelo cogido por los pelos pero esto, reconozcámoslo, se aguanta. Un bombardeo no.


Pierre Roca

11.03.2011

Crítica.

Criticar, vituperar, contradir i burlar-se de tot de forma sistemàtica és finalment el més senzill.

Sobre tot quan no es posen alternatives sobre la taula, quan la crítica no és gaire més que un joc frívol i quan el crític es limita a construir frases més o menys brillants i a defugir el diàleg sobre bases reals i tangibles.

El que estic dient val també –i sobre tot- per mi mateix, que des d’aquest blog he practicat sovint el sarcasme, la ironia i la crítica des d’un plantejament voluntàriament apartat del foc real, des del racó més confortable d’aquest estudi i més atent a l’estètica del llenguatge escrit que a la realitat pura i dura.

He dedicat el mes d’absència a reflexionar sobre tot plegat i crec ara mateix que cada esforç, cada pensament i cada gest ha de tenir per objectiu l’aportació de solucions, de possibles sortides del túnel, de formes d’avançar.

Manifestant-ho em proposo deixar els jocs de paraules per les sobretaules d’hivern i les divagacions per les vetllades entre amics, al voltant d’un alcohol de qualitat.

Com en tants altres aspectes de l’existència humana les solucions són sovint la suma d’actituds mínimes, de gests gairebé inapreciables, d’idees aparentment irrellevants.

En el complicat marc econòmic en el que ens movem les grans maniobres i les decisions trascendents són còpia calcada dels impulsos més primaris i elementals.

Poso per exemple el cas grec. L’amic grec s’enfonsa i demana ajuda als seus amics europeus. Els amics europeus hi estan d’acord però li demanen algunes garanties i canvis en la seva forma de gestionar la casa. L’amic grec, tan necessitat de diners a curt termini, diu ara que no ho sap, que ho ha de preguntar, que ja veurem. Els amics europeus li diuen que s’ajorna el préstec i que ja en parlarem.

Tot plegat es pot traslladar a un grup d’amics de carrer o de bar. A qualsevol colla o família. Els gests atàvics, els de tota la vida, només que a una altra escala.

Un altre exemple. Un amic ha tingut la idea de muntar un negoci d’hostalatge –un restaurant- partint d’idees noves, de la seva experiència i del sentit comú. Ha aconseguit que d’altres amics aportin diners –ara són socis- i ha obert l’establiment amb un èxit incontestable, desafiant els consells porucs de la majoria. D’una majoria que en cap moment ha proposat cap altra alternativa que la por i el bloqueig mental. Un cop més el triomf de la voluntat, del treball i de l’adaptació a la realitat. Com quan de petit i malgrat els consells carregats de bones intencions –i de por, sempre la por- agafes un bon dia la bici de dues rodes i aprofitant que ets sol proves de pujar-hi i comproves sorprès que t’hi aguantes.

A partir d’ara parlaré d’idees possibles, d’oportunitats, de canvis en clau positiva.

La crítica sistemàtica serveix de ben poc. I l’escepticisme i el somrís burleta de qui se les sap totes. I la por. I l’acolloniment. I l’immobilitat.

A partir d’ara construirem.


Pierre Roca

10.02.2011

Europa.

La marca Europa recupera terreno en los ámbitos de la calidad, del prestigio y de la garantía.

Por un lado la voluntad de determinados fabricantes, que han optado de forma decidida por seguir trabajando en el viejo continente, a menudo de retorno de una experiencia asiática que no ha sido fantástica para todos, y por otro lado la constatación de algo previsible: los costes de mano de obra y de las prestaciones sociales también suben en los países emergentes, cuestionando las supuestas ventajas de un esquema que parecía infalible: diseño en Europa, fabrico en Asia, vendo en todo el mundo.

La suma de dos factores, costes crecientes y lejanía de los centros de producción, sigue siendo el flanco débil del esquema mencionado. La industria europea y algunos estados más próximos a nuestro continente, cómo Marruecos, optimizan procedimientos e infraestructuras y afilan costes para convertirse en una alternativa atractiva.

En el negocio textil encontramos marcas que han optado de forma clara por producir en sus países de origen, convirtiendo el sobre coste, cada día menos evidente, en argumento de marketing, puesto que el label europeo es sinónimo de calidad y despierta mayor simpatía en el cliente final.

La emblemática “Hermès”, en el segmento de productos de lujo, o “Le Petit Bateau”, en el textil de calidad, producen en su país de origen, Francia, modernizando instalaciones y optando de forma decidida por el diseño, la calidad de las materias primeras y una manufactura del mejor nivel que se actualiza continuamente.

Cierto que el ejemplo de “Hermès” es poco relevante por sus elevados márgenes de comercialización, pero otras firmas del exclusivo sector del gran lujo no tienen empacho en vender sus “griffes” junto al “Made in China” y a precios de alta artesanía. “Tous”, “D&G” y otros son buenas muestras de lo que afirmo.

Otras empresas, cuyas pretensiones de crecimiento no tienen por objetivo el volumen de negocio de Inditex o de H&M y que se mueven en mercados más limitados pero no por ello menos rentables, también se decantan de forma inequívoca por la fabricación de proximidad, con soluciones organizativas, logísticas y de diseño que optimizan cada escalón del proceso. Cómo he mencionado anteriormente, se usa la marca Europa cómo referente de calidad, de servicio y de argumentos intangibles como la confianza. Todo ello a precios algo superiores a los que practican los dos grandes grupos mencionados pero con una imagen de calidad reforzada que distingue los productos.

La reacción de los proveedores europeos de los grandes grupos se ha hecho visible con cuantiosas inversiones en maquinaria e ingeniería de procesos y con la complicidad del sector logístico, que ha implementado nuevos servicios en la línea de la creciente inmediatez que se les demanda. Todo ello con ajustes de precio final y con ventajas tangibles en el campo de los plazos de reacción y de entrega.

Las marcas de pequeño o mediano volumen que se posicionan en el sector de la calidad encuentran mayores facilidades en los proveedores de cercanía. Mayor fluidez de interlocución, más confianza, mayor proximidad, más posibilidad de intervención.

En un entorno mediático que reparte de forma centrífuga y contumaz las malas noticias me ha parecido indispensable comentar el creciente, pero aún tímido, fenómeno del retorno a las fuentes. Una tendencia que debería inspirar y animar a empresarios y asalariados e incluso llegar, si no es mucho pedir, a los que se alojan en el “penthouse” de los sufridos estados europeos.


Pierre Roca

9.24.2011

Benestar.

L’anomenada “Societat del benestar” ha estat durant anys un reclam amb el que els partits polítics occidentals han emmirallat els pobles.

Fa temps l’exemple assenyalat com ideal era els països escandinaus. S’hi lligaven els gossos amb llonganisses, els habitants eren alts i rossos i quan els veiem per aquestes contrades nostres ens queia la baba, imaginant el món de perfecció en el que vivien. Ciutats de cases de colorins, carrers tan nets que s’hi podia menjar macarrons i tot, segons ens deien, gratuït. Tot per la cara. Escola, sanitat i un interminable llistat de serveis socials que semblaven d’un altre planeta.

Per no desil·lusionar-nos ningú ens posava al corrent de l’elevada fiscalitat a la que suecs, noruecs i finlandesos estaven i estan sotmesos per fruir de tants avantatges.

Amb l’adveniment de la democràcia a casa nostra van arribar els somnis i les bones intencions. La sanitat per a tots, els medicaments gratis, les baixes laborals sense control –com es pot dubtar de l’honestedat infinita dels assalariats?- i un nombre creixent de serveis, oficines, estaments i negociats que atenien la majoria i les minories. Totes i cada una de les minories.

Es va importar la societat del benestar però com és costum a casa vam menystenir el control, el rigor, l’estalvi i la feina ben feta fins a les darreres conseqüències.

Ara, amb els primers esternuts de l’entramat financer, trontolla tot. Es pretén que els mestres treballin més hores sense cobrar-les, que menys metges facin la feina de tots i que menys instal·lacions sanitàries atenguin amb idèntica qualitat una població que s’envelleix a passos agegantats, que dura més anys que mai i que s’ha acostumat a les respostes immediates, a mida i gratuïtes.

Sembla clar que hem repetit un cop més els errors de tota la vida. Adoptem amb entusiasme sistemes fascinants que hem vist a qualsevol lloc però amb la supèrbia i la imprevisió que ens caracteritzen passem per alt els mètodes que els fan possibles a d’altres latituds. Ens comprem el Ferrari abans de tenir el carnet de conduir i ens estavellem, acusant immediatament al fabricant del desastre.

Comprovem des de fa tres anyets que els responsables de les nostres finances no practicàvem la virtut de l’estalvi, desbordats per la bondat de sentiments que els impulsava a no negar-li l’AVE a cap capital de província, encara que fos més petita que Castellar del Vallès, a regalar als barris instal·lacions esportives de luxe, a subvencionar teatres, museus i altres contenidors a dojo i a construir edificis de serveis –de qualsevol servei- encarregats a estrelles mediàtiques de l’arquitectura.

“Els que manen” han cedit a les pressions i han tirat de veta, aprofitant l’afany i la cobdícia –per altra banda lògica i fins i tot legítima- dels bancs. Han especulat, comptant amb els diners de l’any que ve o dels següents o fent servir allò tan nostre de “ja ho trobarem”.

Quan les coses han canviat de signe no s’ha pogut comptar amb els diners estalviats. No n’hi ha i a més els subministradors de fons mostren ara un perfil diferent. La recaptació d’impostos ha minvat amb els elevats percentatges d’atur i la baixa de l’activitat industrial, comercial i de serveis. Els “magatzems” de capital internacional que han abastit des de sempre bancs i governs es fan els difícils, pugen el percentatge de comissió i exigeixen garanties. Un cop més la fotuda imprevisió es posa de manifest. Un cop més, per variar, l’escassa capacitat dels gestors, del poder executiu i dels polítics en general es fa palesa.

Qualsevol ho podria fer tan malament sense esforç. O tan bé. Només cal presentar-se a les eleccions.

Ja m’entenen.


Pierre Roca

9.21.2011

Lehman.

Los hermanos Lehman salieron de su Baviera natal por orden de aparición en el gran escenario de la vida y llegaron a los Estados Unidos de forma paulatina. Sin prisa pero sin pausa. El primero en pisar tierra americana, en 1844, fue Henry –que en su tierra de nacimiento debió llamarse Heinrich- y fiel a la tradición familiar –el padre era tratante de ganado- abrió un comercio en Montgomery, Alabama, al amor de la abundante producción de algodón de ese estado.

En 1847 llegó su hermano Emanuel y tres años más tarde apareció Mayer, el menor, y la compañía fundada por Henry seis años antes adoptó el nombre de Lehman Brothers.

En 1858 se trasladaron a NY y allí se afianzaron y supieron detectar el negocio en su misma raíz: las materias primas. A partir de ese momento el crecimiento fue imparable, los Lehman sortearon si dificultad los escollos de la guerra civil norteamericana y de la gran depresión e iniciaron una política de diversificación, de absorción y de fusiones que los encumbró al cabo de pocas décadas.

En los años ochenta del siglo veinte sufrieron alguna dificultad, encontraron alianzas, se fortalecieron de nuevo y despegaron otra vez sin mayores contratiempos. Finalmente, el 15 de septiembre del 2008, los Lehman entregaron armas y bagajes en el juzgado correspondiente y se declararon en quiebra con un pasivo de 613.000 millones de dólares. La quiebra más grande jamás contada.

A todo esto las agencias de rating, las respetadísimas Fitch, Standard & Poors y Moody’s, no vieron o no supieron ver –o no quisieron- el descalabro que se avecinaba. A pesar de lo que se intuía, a pesar de los datos y de los filtros y de sus sofisticados métodos de detección. Sin perder por ello ni un átomo de credibilidad por parte de estados y organizaciones financieras de ámbito mundial. Nada. Pelillos a la mar.

Hurgando en la superficie no cuesta encontrar en las cúpulas de las grandes entidades nombres que comparten intereses y responsabilidades en bancos, empresas, agencias y otros centros de decisión de alcance planetario. El señor Warren Buffet, por poner un ejemplo, controla entre otros negocios una parte considerable del capital de Moody’s. No me parece improbable que su capacidad de influencia –no en vano es considerado el hombre más rico del mundo- pueda afectar decisiones, o al menos puntos de vista y formas de enfocar el día a día, de algunos de sus ejecutivos más relevantes y que ello matice finalmente movimientos, tendencias, rumores, afanes, subidas y bajadas.

Quede claro que no estoy en contra de la obtención de riqueza. Ni del poder que la riqueza lleva implícito ni de la capacidad de influencia de los poderosos. Me limito a observar, a relacionar y a lamentar el triste papel que la gente que hemos votado para dirigir nuestros paìses respectivos escenifica a diario en ese entorno mundial, lo cual me lleva a cuestionarme una vez más la utilidad de la democracia en su planteamiento actual.

Si comparamos el discurso de nuestros políticos con los de cualquier ejecutivo de alto nivel el resultado es penoso, lamentable y acongojante. La estrechez de miras, el aislamiento de la realidad, el sempiterno recurso a la comparación de su actuación con la del contrincante. La ineficacia, la escasa cultura, el mínimo nivel profesional. La absurda burbuja en la que viven, se relacionan y trabajan. La nula preparación. La tristeza que propagan, la irresponsabilidad. La patochada. El ridículo.

El miedo.


Pierre Roca

8.21.2011

Estímuls.



El dia cinc de desembre del dos mil deu vaig publicar en aquest lloc un article, escrit en castellà i titulat “Estímulos”, comentant la prevalença de l’estímul per sobre del càstig, que contràriament al que suposem no acostuma a tenir efectes dissuasius.

Ara hi torno però centrant-me en la importància de l’estímul gestionat com a eina per propiciar activitat.

Per estímul entenc un incentiu no dinerari que l’Administració atorga a l’emprenedor en determinades circumstàncies, de forma reglamentada i transparent, seguint pautes i línies d’actuació predeterminades.

En una zona deprimida, per exemple, es poden minimitzar les taxes i impostos inherents a l’apertura de negocis durant un període de temps determinat, aconseguint d’aquesta forma que més emprenedors tinguin interès per engegar l’activitat en aquella zona.

Els carrers titllats de “no comercials” poden canviar de signe si gràcies als incentius públics s’hi obren negocis i si un o dos d’aquests negocis aconsegueixen ressò o notorietat. El Fernando Amat, responsable de la coneguda botiga “Vinçon", al passeig de Gràcia, a Barcelona, afirma que un carrer o una part de la ciutat són comercials si s’hi instal·len negocis que hi porten gent.

Per aquesta raó els centres comercials incentiven les marques més conegudes amb importants contraprestacions. Aconsegueixen així que hi obrin punts de venda i que arrosseguin clients que generaran sinergies amb els altres negocis de la instal·lació, molts d’ells implantats a l’ombra protectora de les marques esmentades.

Els procediments accelerats, racionals i respectuosos per l’apertura de locals de negoci també poden ser considerats estímuls o incentius, així com la coordinació entre les diferents administracions, les finestretes úniques i la concordança de normes, requisits, reglaments i terminis. I el sentit comú i la percepció clara, per part del funcionari, del servei eficient, diligent i puntual que ha de prestar al ciutadà.

La finalitat de l’estímul o incentiu ha de ser l’increment d’activitat, de negoci i finalment de feina. Tot plegat repercutirà, un cop engegat el procés, en l’augment de recaptació en concepte de IVA i IRPF i més endavant, superat el termini d’exempció acordat com a incentiu, d’impostos i taxes per l’administració local.

És absurd que els ens públics es limitin a fer estat de la magnitud de la tragèdia, que elaborin estadístiques més o menys optimistes o pessimistes en funció del criteri de l’amo –del partit que governa- i que eludeixin sistemàticament abordar solucions innovadores, alternatives i processos de col·laboració amb la part més activa de la ciutadania.

És absurd que es reconeixin mancances, dèficits i carències mentre no es mou ni un dit, ni una neurona per solucionar problemes que sovint no necessiten grans inversions ni la creació d’òrgans de gestió feixucs i caríssims.

És absurd que en una ciutat com la nostra no es confii molt més en un important sector de jovent molt ben preparat per intervenir als afers públics amb voluntat de millorar, d’optimitzar i de construir el futur des d’ara mateix i de forma més eficient.

Absurda la marxa lenta del que és oficial, del sector públic, dels que ens representen. La paràlisi, la tendència a preocupar-se pel sexe dels àngels, la distancia que separa de forma creixent l’Administració dels administrats.


Pierre Roca

8.18.2011

Católicos.


El anticlericalismo ha sido siempre uno de los rasgos característicos de nuestra cultura.

Un anticlericalismo a menudo feroz, racial, escasamente informado y que tiende a los excesos y a atribuir a la Iglesia católica buena parte de las miserias que nos afligen. Una radicalidad muy parecida, por cierto, a la de los creyentes más acérrimos.

Desde que se anunció la organización en Madrid de la llamada Jornada Mundial de la Juventud, se entiende que de la juventud católica, se han vertido acusaciones de todo tipo, gusto y color.

No me considero católico ni estoy adscrito a cualquier otra confesión religiosa. Fui bautizado en una época en la que no había otra alternativa, asistí a misa con mis padres durante unos años, cursé una mínima parte de mi formación primaria en una escuela dirigida por jesuitas y me fui distanciando de la religión a medida que fui creciendo y ganando parcelas de autonomía en lo que atañe al pensamiento, sin por ello desarrollar el odio contra el catolicismo que advierto estos días en los medios y en algunos de mis paisanos.

Los católicos, sean practicantes o no, sean ministros de la Iglesia o ciudadanos de a pie que no saben ni porqué afirman que pertenecen a esa confesión, no me parecen mejores ni peores que los ateos o los seguidores de cualquier otra deidad. Hay católicos la mar de buenos y otros que conviene mantener alejados. Igual que en cualquier otro ámbito social, profesional, político, religioso o incluso familiar. Ni más ni menos.

La "Jornada Mundial" en cuestión ha suministrado carnaza a los aprendices de brujo que habitan las llamadas redes sociales para cargar con todo el equipo contra el Papa, sus seguidores y cuantos simpatizan con la religión católica. Las mentes preclaras de los de la queja permanente en cualquier dirección imparten consejos sobre la forma, por ejemplo, de emplear mejor los dineros invertidos en el evento. Aseguran que quien paga es papá estado y que eso es intolerable por un sinfín de razones, haciendo caso omiso de las informaciones que afirman que la financiación del grueso del acontecimiento procede de los fondos de la Iglesia, de donativos y del patrocinio de unas cuantas empresas. Afirman sin datos, sin conocimiento de causa, con su criterio cómo única referencia.

Mencionan con entonación dramática los desmanes, los delitos y los errores de algunos sacerdotes y miembros de la jerarquía eclesiástica, cómo si el resto de los que habitamos el planeta fuésemos la perfección personificada.

Me duele constatar las sandeces en las que cae gente que respeto pero que se deja llevar por determinadas corrientes de opinión, por modas o simplemente por alguna intolerancia latente de la que deberían preocuparse.

Si tanto les molesta la Iglesia católica –curiosamente no parecen afectarles otras confesiones cuya doctrina es bastante más discutible- no acudan a sus templos, ni se conviertan en portavoces de sus encíclicas ni ofendan innecesariamente a los fieles.

No soy religioso pero sugiero respeto, respeto y más respeto para los que lo sean, para sus dioses, sus creencias y sus ritos, siempre que no entren en colisión con las esencias de la vida democrática.

Siempre que esas confesiones respeten la condición humana, la libertad y el libre albedrío de todas las mujeres, de todos los hombres.


Pierre Roca

8.03.2011

Administració.

En determinats moments de la meva vida he guanyat bastants diners. Els he administrat malament i he passat finalment per dificultats econòmiques més o menys greus que he superat després de sacrificis, de moments d’angoixa, d’alguna bona idea i de molta feina.

És el que passa actualment a països tan importants com Irlanda, Portugal, Itàlia, Espanya, els Estats Units i alguns més. Han passat per moments d’eufòria econòmica, han administrat malament els cabdals –en aquest cas diners públics- i ara passen per moments complicats que intenten superar. Com jo mateix.

Si estats del nivell dels que he esmentat cauen en paranys semblants als que em fan perdre peu deu ser que els seus dirigents no són gaire més llestos que jo. O, dit d’una altra forma, dec ser un tipus prou llest, preparat i capacitat com per dirigir durant uns quants anys els destins de qualsevol dels països esmentats.

No pensin que he embogit. La línia de reflexió que proposo és d’una lògica palmària. Els responsables de més alt nivell de qualsevol estat modern –o de qualsevol corporació important- disposen de regiments d’assessors, experts i consultors que els marquen les decisions que cal prendre després d’estudis, enquestes, reunions, viatges i converses amb “gurus” de tota mena.

Malgrat aquesta bateria de mitjans, de matèria grisa i de coneixement s’equivoquen, prenen decisions desencertades i fan trontollar estructures que tots imaginàvem d’una solidesa al marge de qualsevol vulnerabilitat.

No crec que jo mateix ho fes millor. Ni pitjor. Ho faria igual, o sigui uns dies bé i d’altres malament, uns dies encertant-la i d’altres equivocant-me del tot.

Els mitjans ens traslladen les diferents decisions dels governs o dels caps de qualsevol multinacional i nosaltres, els de la microeconomia, ho entenem o no ho entenem o ens posem les mans al cap pensant que no pot ser, que no ho hem llegit bé, que no poden errar de forma tan barroera. Passen els dies o els mesos i els responsables que van dir blanc corregeixen el tret, canvien l’estratègia i diuen negre amb el somrís a la cara i el sentiment confortant que propicia la impunitat.

Imaginem la reacció de qualsevol client nostre –venguem llumins o verdura o idees- si ha d’assumir les pèrdues causades per una decisió equivocada. Imaginem el daltabaix, les penalitzacions i la resolució immediata del contracte o encàrrec.

El que anomenem habitualment política distorsiona les decisions i el bon govern amb el pretext del diàleg, de l’acord i de la negociació. Els propòsits i les intencions primigènies es desvirtuen fins la caricatura a base d’el·lipsis, de giravolts i de recursos retòrics que en deformen la forma i sobre tot el fons.

Qualsevol dona o home de seny podria dirigir el país si no s’hagués d’enfrontar a la pressió continuada d’innumerables –i sovint inconfessables- interessos divergents. Sense veure's obligat a ajornar indefinidament les decisions essencials que poden canviar el sentit de les coses. Sense haver de plegar-se al joc de rituals, reverencies i papanatisme aparentment indissociables de l’acció de govern.

Qualsevol dona, qualsevol home. Vostè o fins i tot jo.


Pierre Roca

7.25.2011

Confianza.

La confianza es el ingrediente esencial de las relaciones. De todas las relaciones. Amistad, negocio, sentimientos, política y cualquier etcétera que se le ocurra.

Muchas de esas relaciones fracasan cuando se quiebra la delicada estructura de confianza que las sostiene. Sin confianza nada es posible, por muchos y muy sofisticados mecanismos que se arbitren para substituirla.

Sin la dichosa confianza la amistad no es más que el remedo de ella misma y sin ella, sin la confianza, las relaciones sentimentales están abocadas al desastre a corto plazo.

En el caso de los negocios la desconfianza se menciona a menudo cómo una condición, o un ámbito de relación, por la que las partes han de pasar. Para suministrar determinada mercancía, por ejemplo, se requiere el pago previo o el depósito del importe acordado en una cuenta bloqueada. Se trabaja así al margen de la confianza en un ambiente poco propicio al incremento del intercambio mercantil.

En la política la confianza es un argumento vacío de contenido que se usa en el debate público con el fin, justamente, de conseguir que el votante otorgue su propia confianza a quien le pide el voto. Alcanzado el objetivo se aparca el compromiso y a otra cosa.

Es cómo cuando nos ponemos corbata para ir a una boda y a los pocos minutos nos la quitamos por la incomodidad de la prenda –sobre todo para quienes no acostumbramos a usarla- y en aras a una supuesta confianza que a menudo solo vive en nuestra imaginación.

Para entrar en las famosas listas el político ha de demostrar la confianza que inspira a los votantes. De ahí los paseos electorales por los mercados, el tuteo, la empatía de pacotilla, las promesas coyunturales que luego se matizan hasta la reducción a cero y las fotos en mangas de camisa, “summum” del acercamiento al pueblo llano. Por no citar las comidas en polideportivos, con cubiertos de plástico y autoservicio, o las paellas multitudinarias o las palmadas, cuanto más sonoras mejor, en las sufridas espaldas de los cabecillas de barrio.

Si la confianza se envasase, etiquetada y con fecha de caducidad, no tendría precio.

Los bancos que ahora conocen tiempos peores se darían con un canto en los dientes por unas onzas de producto. Y los astutos inversores, cuya astucia se ha esfumado al primer síntoma de crisis, alucinarían pepinillos ante la posibilidad de hacerse con unas migajas de la tan traída y llevada confianza.

Las compañías que suministran a la ciudadanía servicios tan relevantes cómo la telefonía, las líneas de Internet, el gas, el agua y la electricidad tendrían que acudir al mayorista, tan maltrecha está su credibilidad, alias confianza. No valdrían lamentos ni larguísimas esperas en las líneas de pago ni absurdas repeticiones de los datos de quien se atreve a reclamar o a pedir. Ni montañas de papel en el buzón ni sugestivas voces de acento extranjero que proponen el oro e incluso el moro.

Nada. Confianza pura y dura, sin aleaciones ni mezclas sospechosas. Confianza de la de toda la vida, sin retoques ni afeites ni cocciones a baja temperatura.

¡Confianza, coño!


Pierre Roca

6.27.2011

Bancs.

Fa dos o tres dies vaig veure per la tele l’entrevista d’un economista eminent que s’esplaiava sobre una teoria en la que penso des de fa un parell d’anys.

La meva teoria arranca d’una llei essencial en tots els intercanvis de mercaderies o de serveis. Si la mercaderia o el servei que ens venen no es correspon amb el que s’anuncia a l’etiqueta o als rètols de l’establiment el més assenyat és canviar de proveïdor.

Jo afegeixo que si la presa de pèl es repeteix o només canvia d’aspecte o de nom també s’ha de començar a pensar a prescindir del producte o servei en qüestió, sempre que sigui possible i que no ens compliqui exageradament la vida.

Els bancs són uns proveïdors mentiders i despectius que aprofiten qualsevol pretexte per cobrar-nos a canvi de conceptes inesperats. Si envien una carta ens cobren el sobre, el paper, la feina d’escriure-la i el segell. Cobren per custodiar els nostres diners, per treure’ls mitjançant la tarja de crèdit, per utilitzar els caixers automàtics, pel manteniment del compte i per unes quantes coses més.

Pensant-hi ens donem compte que utilitzem els bancs de forma inútil i quasi sempre prescindible.

Pels usuaris més comuns, els que tenen una nòmina que l’empresa els ingressa, paguen lloguer o hipoteca i quatre rebudets, el banc és sobretot despesa i pocs avantatges. Els inunden de paperassa, els tracten com deficients proposant-los regals de basar i els regalen targes de crèdit per les que cobraran més comissions. Quan cometen l’error de presentar-se a la sucursal per aclarir el que sigui hi han d’anar mentalitzats per passar-s’hi hores.

La majoria de rebuts es poden pagar per finestreta. Jo mateix ho faig. Els diners, exceptuant les grans fortunes –si és el cas d’algun dels meus lectors li demano de posar-se en contacte amb mi, tinc alguna idea per proposar-li- els diners, deia, es poden tenir a casa. Una rajola, un llibre pels que en tenen o un dels pots de pasta de sopa de la cuina són suficients.

Les targes de crèdit no són indispensables. Tornar a pagar en efectiu és un exercici reconfortant, els ho asseguro.

L’economista eminent que s’explicava a la televisió deia que si el volum de negoci dels bancs baixés per la defecció dels clients i fins al punt d’obligar unes quantes entitats a tancar portes no passaria gran cosa. N’estic convençut. Uns quants milers d’empleats al carrer, els alts càrrecs retirats amb pensions més que confortables i la resta d’entitats espavilant-se per no caure i retornant al tracte amable, adult i eficient i al concepte de servei gravat a foc.

Les cartes de queixa, les reclamacions, les associacions de consumidors de serveis bancaris i les amenaces de canviar d’entitat no serveixen de res. Els bancs, després de tants anys de prepotència, de complicitat amb els poders públics i de mirar per sobre de l’espatlla al pobre desgraciat que demana un aplaçament, es creuen per sobre del bé i del mal i al marge, sobre tot, de l'eventual fugida dels clients. Han perdut de vista la seva vocació original, convertint-se en empreses enmirallades en el creixement permanent a qualsevol preu.

Fem com ho faríem amb el forn del carrer quan baixa la qualitat del producte, o quan contracten una dependenta antipàtica o quan apugen exageradament el preu de la barra de mig. Canviaríem de forn. Canviem de banc o, millor, aprenguem a utilitzar-lo de forma molt més racional o a no utilitzar-lo. Quin descans!

Consti que més que indignat estic cansat. Fatigat.


Pierre Roca

6.08.2011

Semprún.

El día –miércoles ocho de junio de dos mil once- ha amanecido con la dolorosa noticia del fallecimiento del señor Jorge Semprún, a los ochenta y siete años de edad.

Además de ser uno de mis “maître-à-penser” –el otro es el conde Alexandre de Marenches, aristócrata y militar francés- Semprún era uno de los intelectuales contemporáneos más lúcidos, más serios, más coherentes y de mayor proyección.

Residente en Francia desde 1939, escribió casi toda su obra en francés, una lengua que conocía a la perfección como pocos escritores galos.

Fue uno de los pilares del Partido Comunista Español en el exilio y fue expulsado de él en mil novecientos sesenta y cuatro por su propia lucidez, al discrepar de la línea propugnada por la gerontocracia que dirigía partido. Su condición de militante comunista y de resistente lo habían llevado anteriormente al campo de exterminio de Buchenwald, de donde salió en 1945, al finalizar la contienda mundial. Parte de esa peripecia se refleja en "Le mort qu'il faut", escrito en 2001.

Relató su etapa de activismo itinerante entre España y Francia en “Autobiografía de Federico Sánchez”, escrita en 1977.

Colaboró en calidad de guionista con cineastas del relieve de Alain Resnais “La guerre est finie”, Costa-Gavras “Z”, Yves Boisset, Joseph Losey, Pierre Schoendoerffer y otros. Desarrolló una importante actividad periodística en distintas publicaciones europeas –dominaba el idioma alemán- interesándose siempre por el concepto de la Europa unida. En esa vertiente europeista escribió “L’homme européen” junto al político francés Dominique de Villepin.

Fascinado por su personalidad y por su hondura intelectual Felipe González lo “fichó” como ministro de cultura de su gobierno entre 1988 y 1991. El relato descarnado y a veces cruel de ese periodo en el que vivió desde dentro las miserias del poder se plasmó en “Federico Sánchez se despide de ustedes” escrito en 1993 y cuya lectura les recomiendo encarecidamente por lo esclarecedora.

Mi primer contacto con su obra tuvo lugar en un cine de Lausanne, Suiza, cuando con dieciocho años tuve ocasión de ver “La guerre est finie”, una maravillosa película militante rodada en blanco y negro. Fue para mí una revelación en lo formal pero también y sobre todo en lo ideológico. Un primer eslabón que me acercó a “Cahiers du cinéma” y a interesarme por siempre más por la comunicación audiovisual.

Semprún ha sido y sigue siendo para mí modelo de coherencia personal y política. Un ejemplo que destaca sobremanera cuando lo comparamos con el paupérrimo panorama de nuestra política actual, con el flagelo de los “dilettanti” y otros opotunistas que la integran y la degradan con su ínfimo perfil intelectual, ético y personal.

Jorge Semprún se nos ha ido. Buen viaje, camarada.


Pierre Roca

5.28.2011

felipuig

El senyor Felip Puig, conseller d’interior de la Generalitat de Catalunya, és un subordinat nefast.

Com a subordinat del seu superior jeràrquic, el president Mas, ha enterbolit en poques hores la delicada imatge del govern de la Generalitat, escollint la forma més barroera, la menys eficient i la més impopular per, afirma, facilitar la feina dels serveis municipals de neteja a la plaça Catalunya. Si en lloc de ser conseller hagués estat alt càrrec de qualsevol empresa ja estaria al carrer. Per irresponsable, per curt de gambals i per no tenir criteri ni seny.

Ni el més irrellevant dels funcionaris ho hagués fet tan malament. Cal tenir en compte que el col·lectiu instal·lat a la cèntrica plaça de Barcelona ha demostrat abastament la seva voluntat d’entesa, de diàleg i de tranquil·litat. Ningú els imagina negant-se en rodó a permetre que els serveis de neteja fessin la seva feina. Ningú. El més senzill, el que hagués fet qualsevol amb dos dits de seny, era delegar el dia abans un tècnic municipal per posar-se d’acord amb els ocupants de la plaça, concretar hora i l’endemà fer la feina amb tota normalitat.

El conseller Puig va preferir tirar de força, enviar quatre-cents mossos d’esquadra vestits de batalla final, provocar, alarmar i aconseguir finalment que saltés la guspira que ho va encendre tot. A partir d’aquest moment els policies van fer la seva feina amb tots els mitjans al seu abast i els ciutadans vam ser testimonis incrèduls del que passava. De la batussa i de la violenta i innecessària repressió d’un grup de persones que en cap moment havien representat una amenaça. Un desastre que no aporta res, que ha encrespat els ànims i que deixa la Generalitat per terra, en mans de personatges escassament preparats pel càrrec i per l'important responsabilitat que han assumit.

Ara el govern calla o es recolza en una actitud corporativista vergonyosa i covarda i l’ajuntament socialista, enfeinat amb la preparació de la travessa del desert, mira cap a una altra banda, el que intensifica la sensació de soledat del ciutadà mig, el que viu, treballa, passeja, compra, estudia, respira i estima a Barcelona. El que es mostra orgullós de la ciutat i del país i no sap com explicar ni explicar-se que el governi gent de tan poc nivell. Com si dirigís Microsoft l’encarregat de netejar el wàter.

El sospitós Puig hauria de marxar sense fer soroll per no afectar tan negativament el seu president i el govern de la Generalitat. Podria aprofitar per dir al país que s’ha equivocat –tots ens equivoquem- i així aconseguiria comprensió i que podéssim pensar que ens administra gent d’honor, gent que quan la pífia ho reconeix i deixa el càrrec per no fer nosa. Gent digna que no vol mantenir-se en el càrrec malgrat i contra tot. Gent que no infundeix sospites i que ens agradaria saludar pel carrer.

Malauradament les seves manifestacions posteriors al desastre han evidenciat un to de supèrbia nefast, una prepotència fora de lloc i una actitud que no fa sinó confirmar el tarannà groller, insensible i no adient amb el càrrec que se li ha confiat.

Ha de marxar i el president, el senyor Mas, hauria d’escollir un conseller d’interior més intel·ligent. Ja sé que no deu ser senzill però s’hi hauria d’esforçar.

S’han d’espavilar. Tots.


Pierre Roca

5.25.2011

Badalona.

Después de constatar la derrota del partido con el que más sintonizo, después de los momentos de zozobra, de llegar a creer que ya no hay esperanza y que el mundo se nos acaba he vuelto a sonreír.

Nos queda Badalona.

La ciudad de Badalona ha sido agraciada con un alcalde del Partido Popular. Un tipo joven, alto, de buena presencia y talante belicoso que será el encargado de poner en práctica las maravillas que su líder nacional, el señor Rajoy, lleva tiempo prometiendo. El pleno empleo, sin ir más lejos.

En estos momentos, recién elegido y a pocos días de la toma de posesión, el alcalde Albiol estará siendo instruido por el líder supremo y sus edecanes acerca de los portentos que cambiarán el destino de la ciudad costera. Abren sobres lacrados, desempolvan carpetas y rescatan memorias USB de la cámara acorazada de la sede pepera, allá en la calle Génova. El joven Albiol no cabe en sí de gozo. Fórmulas magistrales, aforismos del mismísimo ex presidente Aznar cedidos por la fundación FAES mediante el pago de cantidades simbólicas, tablas, proyectos... Todo. Todo lo necesario para dejar a cero el índice de paro en Badalona, para eximir la ciudadanía de tanta imposición municipal, para dar a entender a los inmigrantes díscolos –la mayoría- que deben salir del término municipal primero y del estado después y para hacer de ese núcleo de población un modelo que será sin lugar a dudas ejemplo a seguir.

Conseguido el prodigio en esa ciudad, conocida sobre todo por su afición al baloncesto y por su acreditada marca de anís, la influencia benefactora llegará, no me cabe la menor duda, al resto de la provincia, a toda Catalunya y a cada rincón del estado. En Valencia y cómo es sabido ya van viento en popa desde hace años. Unos más y otros menos, claro, pero avanzan de forma espectacular, hasta el punto de permitirse el lujo de hacer e inaugurar aeropuertos que no precisan de aviones. ¡Qué envidia! Otras ciudades o comunidades regidas por el PP están en parecida situación. No hay más que acercarse a ellas para comprobar los efectos de la poción mágica. Progreso, bienestar, paz, ciudadanos de rancia ascendencia patria, luminosos amaneceres e ilusionadas sonrisas en la faz de quien tiene la suerte de habitar esos lugares privilegiados.

Ahora, y gracias al jovial Albiol, tendremos a escasos metros de Barcelona el parque temático prometido. Unas cuantas purgas de gente venida de países poco recomendables, impuestos bajo cero, gestión privada de casi todo –el partido dispone de una inacabable lista de avezados empresarios especializados en la ingeniería financiera- y relegar el catalán al rincón de los recuerdos entrañables, entre la barretina y la “espardenya de pagès”. Vista gorda para incrementar de nuevo la construcción, mínimos servicios sociales –los que lo pasan mal no tienen más que espabilarse- más policías y menos reglamentos.

Es muy posible de la generalitat de CiU haga la vista gorda y deje pasar los previsibles excesos de ese chico tan simpático.

“Todos hemos sido jóvenes” dirán en actitud comprensiva bajo la mirada emocionada de doña Alicia Sánchez-Camacho, rebosando ternura materna ante el fruto de sus esfuerzos.

Casi un hijo...


Pierre Roca

5.17.2011

DSK.

Una observació del periodista i amic Josep Maria Martí, del diari El País, m’ha fet deixar de costat la primera teoria de la conspiració que es podia aplicar al cas del senyor Dominique Strauss-Kahn: un parany teledirigit pel president francès Sarkozy per desactivar qui podia disputar-li el poder a les properes eleccions.

Els elements hi eren. L’hotel on va tenir lloc l’incident, Sofitel, és de propietat francesa. Diferents informadors asseguren que el patró del grup Accor, propietari de la marca Sofitel, pertany al cercle més íntim de la parella presidencial, el que pot fer pensar que la feina d’eventuals serveis paral·lels francesos n’hagués estat facilitada.

El periodista Martí, bon coneixedor del panorama internacional, apunta més amunt, concretament als “lobbys” xinés i indi, impacients per sortir de l’anonimat i assolir responsabilitats de relleu a les grans institucions financeres internacionals.

Per altra banda hi ha una apreciació personal. El senyor Strauss-Kahn té seixanta-i-un anys. Jo mateix tinc una edat no massa diferent i no m’imagino sortint de la dutxa tan afamat de sexe com per tirar-me a sobre de la cambrera que està fent l’habitació de l'hotel. No m’hi veig per una qüestió de respecte i de seny i per raons físiques, quedi clar. La força i les urgències dels vint-i-cinc anys queden lluny i les eines sexuals reaccionen ara de forma menys imperativa, ja m’entenen.

El polític francès, a més, pot ser moltes coses però no és tonto. Tot al contrari. És un orador brillant, un economista de prestigi, un “animal polític” hàbil i un home seductor que moltes dones miren amb bons ulls. No crec que un personatge així pugui cometre el que se li atribueix i crec, en canvi, que una cambrera –o el que sigui- pot ser temptada, per no dir comprada, per una bona quantitat de dòlars. Com gairebé tothom, per cert.

Si els serveis xinesos o indis han dissenyat i dirigit l’acció serà difícil detectar-los i demostrar la innocència de l’alt funcionari de l'FMI. Són col·lectius difícilment identificables en una ciutat com New York, poblada per gent de tantes races i procedències i especialment per persones originàries d’aquests dos enormes països asiàtics.

També s’ha de tenir en compte que DSK no és un home especialment estimat i que la notícia de la seva relliscada, conscient o provocada, deu haver complagut als titulars de nombrosos despatxos de França i d’arreu del món. Li agrada gastar diners sense amagar-se’n –disposa d’una considerable fortuna familiar- porta una vida de luxe que molts li retreuen i a més la seva companya és una ex presentadora de la televisió francesa. Una dona bella, intel·ligent i aparentment feliç, el que fa la parella encara més odiosa per molta gent.

L’home ara detingut a NY ho té tot per atreure les critiques dels milions de moralistes d’arreu que esperen ansiosament el moment de la venjança contra qualsevol ésser humà ric, intel·ligent, triomfador i a sobre feliç. L’enveja és un dels mals endèmics de la humanitat i les ocasions com aquesta ens ho demostren amb un aclaparador luxe de detalls.

Espero ingènuament que les coses s’aclareixin, que el senyor Strauss-Kahn torni aviat a casa i que la cambrera, si realment ha estat humiliada, sigui compensada com la llei estableix.


Pierre Roca

5.07.2011

Barcelona.

Elecciones municipales. En Barcelona dos candidatos se disputan la alcaldía con posibilidades de conseguirla: Jordi Hereu, actual alcalde, militante del “Partit dels Socialistes de Catalunya” y Xavier Trias, el eterno candidato de “Convergencia i Unió”.

Al margen de mi aversión personal, confesa y conocida por el voto, tengo como cualquier otro ciudadano mis preferencias en cuanto al futuro alcalde.

El candidato Hereu es el último representante del gobierno municipal socialista en Barcelona. El cambio en positivo de la ciudad durante los treinta y un años de mandatos de los alcaldes Narcís Serra, Pasqual Maragall, Joan Clos y Jordi Hereu es innegable. Irrefutable. Pasar por alto esa circunstancia o ponerla en duda es muestra evidente de desconocimiento o de mala fe.

La Barcelona de ahora mismo es en líneas generales una ciudad bien organizada. El transporte público, el urbanismo, la vía pública, la seguridad, las infraestructuras culturales y deportivas, la sanidad, la asistencia social, la enseñanza, etc. Una ciudad que genera proyectos innovadores y los lleva a cabo, cuya marca es referencia mundial y cuyo nivel de convivencia, de buena convivencia, es excelente.

Cómo en cualquier colectivo –el nuestro engloba más de millón y medio de ciudadanos y acoge a diario otros cientos de miles- se producen carencias, errores de apreciación, fallos y equivocaciones en la gestión del día a día. Por suerte, puesto que los errores de recorrido son parte del dinamismo de la ciudad y nos llevan a nuevas formas de aprehender la realidad, a enmendar lo equivocado, a adquirir experiencia y a aplicarla.

Usar los errores del rival cómo argumento electoral se me antoja pueril, dando por supuesto que quien lo usa está por encima de la equivocación.

El mensaje de Hereu no es divertido ni grandilocuente ni halaga el ego del cliente –del votante- pero es claro, directo y denota por encima de todo un conocimiento profundo y minucioso de la ciudad que constituye su ámbito de trabajo. Conoce el paño y genera soluciones, proyectos e ideas de técnico laborioso a quien se le ha encargado el trabajo de hacer que la urbe funcione. Un tipo eficiente limitado a veces por un corsé legislativo excesivamente ajustado, por el presupuesto y por los acuerdos que son parte intrínseca de la democracia.

El mensaje del alcaldable Trias es en cambio nebuloso, impreciso, voluntarista y de orden general. No entra en el detalle por falta de datos y evidencia a diario un preocupante desconocimiento de la ciudad que pretende dirigir.

Mi percepción de ahora mismo es que Hereu es el candidato de la realidad, de la ilusión que se enmarca en los parámetros que condicionan en este momento el devenir del primer mundo y de los proyectos que necesita la ciudad de forma inexcusable, mientras que su oponente propicia una Barcelona timorata, débil y escudada en lamentos y en las inacabables y tediosas listas de agravios. Una Barcelona que perpetúa rivalidades que debiéramos haber superado y que retrocede en sus aspiraciones, en su voluntad de futuro y en su apertura al mundo.

Una Barcelona, me temo, incapaz de generar proyectos y de mantener en alto el pabellón de nuestra materia prima más importante: la creatividad.


Pierre Roca

4.28.2011

Actores.

Por la misma razón por la que los actores no son buenos futbolistas, los futbolistas suelen ser pésimos actores, mal le pese a la opinión general.

Cuando el futbolista interpreta pone en evidencia su carencia de recursos en lo que al “acting” se refiere. Simulan caídas e insoportables dolores cuando el supuesto responsable o agresor ni les ha tocado, exageran las muecas de sufrimiento y esperan la decisión arbitral mirando por el rabillo del ojo para dejar de lamentarse al punto o para, al contrario, insistir en los estertores y en otras muestras de sufrimiento durante unos segundos más.

Las llamadas "repeticiones de la jugada" televisivas son de gran utilidad y nos permiten ver que a menudo el contrario le toca un brazo al aprendiz de actor y éste se coge la pierna, escenificando un dolor insufrible y revolcándose por el césped en actitud preagónica.

Por suerte el fútbol se juega sobre hierba. Si el juego tuviese lugar sobre cemento las caídas con trasfondo interpretativo no proliferarían como sobre las mullidas y bien cuidadas plantaciones. Para no hacerse daño, claro.

Lo cierto es que el balompié profesional es un espectáculo cuyos intérpretes, los futbolistas, deben estar en excelente forma física y seguir entrenamientos diarios. La parte teatral es un ingrediente añadido que sirve para que las aficiones rujan a favor o en contra, para que la llamada prensa deportiva llene páginas y páginas encabezándolas con titulares que ocupan media hoja –a mayor tamaño de letra, menos texto- y para que las radios y las televisiones convoquen tertulias, susciten debates y llenen horas de programación por un coste irrisorio y enmarcadas con rentables espacios publicitarios.

Los entrenadores enseñan a jugar, diseñan estrategias, inciden en las características físicas -e incluso psíquicas- del grupo y en su composición pero son un pésimo ejemplo en lo referente a la teatralidad.

Pongamos a modo de ejemplo dos personajes diametralmente distintos y opuestos. Por una parte el señor Mourinho, controvertido entrenador del Real Madrid cuya remuneración supera la de muchas estrellas de Hollywood y por otra parte el señor Guardiola, Pep para los amigos, entrenador, imagen viva y líder del Barcelona.

La técnica interpretativa de Mourinho se me antoja burda, grotesca y esperpéntica. Lo suyo es la exageración, las muecas, la actitud pusilánime, los pucheros y los enfados expresados sin matiz alguno. Un actor pésimo que no tendría cabida en la peor “troupe” de aficionados.

La técnica del señor Guardiola es otra cosa. También interpreta pero lo hace en clave de contención, ahorrándose gesticulaciones y manteniendo un tono de voz sobrio que incide en los matices para dar a entender uno u otro sentimiento. Recurre a la ironía, aparca cuidadosamente la sal gorda, exterioriza su infinito respeto por el contrario y elude con habilidosos quiebros de cintura el enfrentamiento excepto en contadas, muy contadas, ocasiones.

Para decirlo con un par de ejemplos gráficos, el señor Mourinho podría ser un charlatán de los que venden tres cuchillos al precio de uno en cualquier mercadillo del extrarradio mientras que su oponente catalán se desenvolvería con soltura en el consejo de administración de “la Caixa”. Repito que no son más que ejemplos...

Si alguno de mis lectores es profesor/a de arte dramático quizá atisbe alguna oportunidad de negocio en lo que acaba de leer. Espero que me lo cuenten.


Pierre Roca

4.25.2011

Votar.

Votaria si trobés una opció –un polític o un partit- patriota.

Ja sé que tots s’ho diuen. Que tots diuen ser més aferrissadament patriotes que la competència. Cap no ho és realment.

Amb una insistència tossuda i perseverant incompleixen sistemàticament les promeses fetes durant la campanya o emprenen llargues i tortuoses el·lipsis per arribar-hi. Tan llargues i tan tortuoses que acaben desvirtuant l’objectiu.

Les nombroses variants i modalitats del comunisme s’emproven un any rere l’altre vestits nous que els facin ser diferents, més assumibles pels ciutadans i més fàcils d’entendre i de ser acceptats. Tiren d’utopies i es situen voluntàriament en un terreny allunyat de la realitat des d’on poden observar amb displicència el país. El que passa cada dia no sembla preocupar-los gaire. O no a curt termini.

El partit socialista és dels que d’una forma més evident ha optat pels giravolts i per les etapes que allarguen i endarrereixen la consecució dels objectius. Els acords per no perdre parcel·les de poder, les concessions, els terminis infinits i una certa prepotència, a més de dificultats evidents per explicar i fer-se entendre. Més preocupats per l’aparell, pel nombre d’escons, per la influència i pel poder en sí mateix que per l'Estat, l'Autonomia, el poble o la ciutat. Bastant més.

La trista, llastimosa, patètica i detestable dreta que patim guanya de llarg als altres actors de la política. Asseguren posseir la clau de volta de totes les solucions però la guarden acuradament mentre fan sorprenents campanyes de descrèdit de l’Estat davant les institucions internacionals. Una ben curiosa forma d’entendre el patriotisme. La dreta és a més inventora, titular i mestre de la pitjor forma de fer política, limitant-se a la crítica sistemàtica de qualsevol fet, discurs o intenció de l’oponent, sigui el que sigui. Sovint la crítica d’un dia contradiu postulats o asseveracions de dues setmanes abans però és igual. La dreta és barroera i no mira prim. Es carrega el que sigui, enfonsa, mossega la ma que l’alimenta, enganya i expressa, això si, un amor per la pàtria que no apareix per enlloc.

Les opcions independentistes no necessiten qui les enfonsi. Ho fan elles soletes sense ajuts, decebent seguidors, carregant-se il·lusions i mostrant-se finalment com la resta, a la caça de l’escó, del càrrec o de l’acord amb qualsevol altre partit si la recompensa és bona. És com per pensar que estan infiltrades fins al moll de l’ós per les forces oposades a qualsevol vel·leïtat nacionalista.

El discurs recorrent –i en fase creixent- de la ciutadania fa referència a la deshonestedat dels polítics. El taxista, el de la botiga de la cantonada, l’industrial, el funcionari, el metge, tots. Si aquesta opinió es traduís en vots i es comptabilitzessin la vergonya seria aclaparadora, total i tristíssima.

És possible que l’ofici de polític –de polític professional- passi per hores baixes. Ara cobren menys, es senten més vigilats, disposen de menys cotxes de funció, s’han de pagar els àpats de representació i a sobre, pobrets, els mirem amb recança protegint al mateix temps la butxaca on duem la cartera. Han triomfat durant uns anys però l’alegria s’acaba. Els prenen les caixes, els bancs els defugen i ja no queda bé convidar-los a sopar o al casament de la nena.

Si la cosa segueix així potser sortirà gent que estimi la terra de debò, que es preocupi pel país i que doni la cara amb projectes que s’entenguin. Gent que expliqui les seves idees en lloc de riure de les idees i fets de l’adversari.

De tan en tant m’agrada imaginar-ho i fins i tot em veig fent cua per votar.


Pierre Roca

4.13.2011

Coches.

Los fabricantes de coches andan desorientados.

A pesar del continuo encarecimiento de los combustibles fósiles, de las cada vez más estrictas limitaciones de velocidad, del colapso de autopistas y carreteras y de las medidas disuasorias para el uso del coche particular en el centro de las ciudades, a pesar de todo ello la industria del automóvil, aparentemente ajena a la dirección del viento, sigue proponiendo vehículos que nacen anticuados por su propio concepto.

Los anuncios que se publican en prensa, los reportajes patrocinados en los medios audiovisuales y en general cuanta información se facilita al respecto ponen en evidencia la errática trayectoria de los fabricantes.

Hace un par de meses el potente grupo francés PSA –Peugeot y Citroën- anunciaba un coche de gama media –entre veinte mil y treinta mil euros- a golpe de página entera en los principales periódicos nacionales. El segundo párrafo de la publicidad hacía referencia a un aparato ambientador con varios olores disponibles, por lo visto más relevante para el departamento comercial y los publicistas que la potencia, el consumo, el tipo de combustible. La emisión de gases o las opciones de transmisión del vehículo. Fascinante.

Los intentos de vehículos híbridos son escasos y poco convincentes y el coche eléctrico, atado corto por el escollo aún no resuelto de la escasa capacidad de los acumuladores y la exagerada duración –no menos de cuatro horas- de la operación de recarga, sigue siendo una rareza testimonial. Los otros sistemas alternativos están aún en pañales.

Para salir del marasmo en el que se encuentra, la industria debe remover cimientos y dogmas y plantearse opciones que faciliten el acceso al vehículo y potencien alternativas.

Pienso por ejemplo en opciones de alquiler de vehículos eléctricos cuyos sistemas de acumulación se dispongan de forma que permita el rápido cambio de batería en estaciones de servicio. Fórmulas que propicien el uso a tiempo parcial y generen la cultura de usar determinados bienes sin que seamos sus propietarios.

En un mundo informatizado debería ser fácil usar el vehículo sin más trámite que introducir una tarjeta en la ranura correspondiente. El propietario –empresa filial del fabricante- sabría en todo momento donde se encuentra el vehículo –GPS- y quien lo conduce. Cuando la tarjeta en cuestión no está actualizada en cuanto a la contrapartida económica no se puede acceder al coche. Si esos vehículos tuviesen además un aspecto que los diferenciase de los demás y no pudiesen ser adquiridos –comprados- por otras empresas o particulares se limitarían en gran medida las posibilidades de robo o de uso fraudulento.

Diseñar e implementar medidas efectivas que nos permitan eludir la sumisión petrolera o al menos disminuir su impacto es tarea de todos, pero lo es especialmente de la potente industria automovilística. Hay que arrumbar las ideas preconcebidas, cambiar esquemas, inventar nuevas formas de negocio y hacer propuestas eficientes, valientes e ilusionantes.

Las reliquias al museo.


Pierre Roca


3.19.2011

Oriol.

L'Oriol Regàs és mort. Ens va deixar abans d'ahir, dijous dia 17 de març d'aquest any 2011.

L'Oriol ha estat un dels homes que més m'han impressionat pel que fa a la seva actitud, la generositat, l'empatia, la tendresa, la comprensió, l'intel.ligència innata i l'humanitat, terme que inclou els trets de caràcter que he escrit i totes les característiques, matisos, qualitats i defectes dels homes i de les dones. Per a mi l'Oriol ha estat sempre un ésser d'excepcional qualitat humana.

De petit, de vacances a Barcelona, el meu pare i jo vam coincidir al port amb l'arribada del "Junco Rubia", una expedició organitzada per l'Oriol Regàs i uns quants adelantats més.

Al cap d'uns anys, poc temps després de la meva arribada i instal.lació definitiva a la ciutat, vaig entrar per primer cop a Bocaccio -la discoteca emblemàtica que va crear l'Oriol- en un moment en el que vivíem amb intensitat canvis polítics i culturals més pressentits que previstos. Va ser una revelació. Bocaccio era en aquells moments un enclavament de l'Europa més moderna al carrer Muntaner. No calia ser algú especialment informat per detectar l'energia que s'hi vivia i s'hi compartia cada nit. Un aiguabarreig d'intel.lectuals, artistes, empresaris, rics, oportunistes, aventurers, guapes i guapos de tota mena s'hi movia com els peixos a la peixera. Un "vase clos", una illa, una visió del que seria Barcelona uns anys més tard.

Anys més tard vaig conèixer l'Oriol, que per a mi ja era un personatge mític. Posteriorment es va convertir en client meu. El millor client possible que dipositava la confiança en els coneixements, les idees i els punts de vista del proveïdor.

Un client exigent, també. Exigent i molt crític quan la feina feta no corresponia a l'encàrrec.

Vaig conèixer les seves germanes Georgina i Rosa, el seu germà Xavier, la seva filla Mònica, la majoria dels seus col.laboradors i molts dels seus negocis, tots marcats per la seva impronta i la voluntat de crear empreses on la qualitat fós el pal de paller del negoci.

En el camp de l'hostalatge, Bocaccio i Up & Down, digníssim successor del primer, van crear escola pel que fa a l'alt nivell del servei, de l'acollida i del que s'hi servia. Van ser empreses capdevanteres que van generar tendència i es van convertir en referències mítiques del sector. Es poden comptar per dotzenes els intents d'imitar la forma de fer, els coneixements, l'estil i el tarannà que era marca de la casa i llavor de l'èxit i de la repercussió.

Durant el franquisme i la transició l'Oriol va ajudar partits, intel.lectuals, artistes i no poques iniciatives culturals, empresarials i socials de tota mena, deixant sempre la seva participació a l'ombra, lluny de les primeres pàgines.

Amb la desaparició de l'Oriol desapareix un exemple d'estil, d'honestedat, de modernitat militant, de respecte i de vida.

Un exemple de la millor qualitat humana.

Bon viatge, Oriol.


Pierre Roca

3.15.2011

Palo Alto (1)


Fundé Palo Alto en 1987 con la idea de alojar allí “Roca & Associats”, a la sazón mi empresa de infraestructuras para espectáculos, y de compartir el espacio con gente afín –profesionales de la creación- que necesitara de espacios grandes para su actividad y que se entusiasmara con el proyecto.

Tres años después traspasé locales y marca a Javier Mariscal, que en aquel entonces era mi inquilino más destacado y que preside hoy la “Fundació Palo Alto”, gestora de la hectárea larga de espacios abiertos, de naves y de plantas industriales del conjunto fabril que unas décadas antes había alojado distintas actividades del sector textil.

Ahora mismo, a veinticuatro años vista, Palo Alto sigue gozando de excelente salud y sigue alimentando el entusiasmo personal y colectivo de los distintos profesionales y empresas que desarrollan su actividad creativa en el recinto. Si les pica la curiosidad pueden echarle una ojeada a la página web “Palo Alto-Barcelona”.

La atinada gestión del actual equipo, encabezado por el diseñador citado más arriba, ha cuidado el recinto respetando sus rasgos originales, su idiosincrasia y su aire de fábrica de principios del siglo veinte. Además de los espacios profesionales de distintas superficies hay zonas ajardinadas, amplios aparcamientos, un huerto, una cantina y una nave dedicada a eventos puntuales.

En el inicio concurrieron distintas circunstancias propicias. El entusiasmo ya relatado del grupo de profesionales a los que me dirigí, el respaldo municipal encabezado por Pascual Maragall, entonces alcalde de la ciudad, y una adecuada gestión de la comunicación que incluyó infinidad de medios de los cinco continentes.

La iniciativa se convirtió de ese modo en realidad y en exponente tangible de una modernidad que combinaba la actividad empresarial de los inquilinos con la sinergia, interna y externa, de la que es buen ejemplo la dinamización de la zona adyacente primero y del barrio entero más tarde, felizmente contaminado por los nuevos modos y las nuevas formas de hacer negocios que allí se evidenciaron y se siguen desarrollando.

El respaldo institucional, municipal en este caso, se substanció con alguna que otra facilidad y con la mirada benevolente de las autoridades, que a cambio usaban el recinto cómo exponente de lo que se cocía en la Barcelona preolímpica de aquellos años. El alcalde Maragall o alguno de sus representantes visitaban con frecuencia Palo Alto con autoridades de los países con los que se entraba en contacto en la fase preparatoria de los JJ.OO del 92.

Los periódicos relataban el prodigio, las televisiones de medio mundo grababan reportajes y documentales y así, con el trabajo diario de los profesionales instalados en el recinto y las constantes reseñas y menciones informativas, se iba consolidando el proyecto y lo que yo mismo llamo “el espíritu de Palo Alto”, que no es más que la sabia dosificación de la amistad y del respeto profesional, de la originalidad de cada uno y el sentimiento de pertenecer a un colectivo con el que se comparten coincidencias, privilegios y un elevado nivel de exigencia.

Saco todo esto a colación en los complicados momentos por los que pasa la economía del país y a la vista de la incapacidad de impulsar proyectos sin invertir en ellos millones de euros que casi nunca revertirán en la sociedad. Parálisis de los responsables, pereza mental y por supuesto una acusada falta de praxis a la hora de conciliar de forma racional los intereses públicos con los de carácter particular, deslindando la iniciativa privada del soporte institucional y rehuyendo el intervencionismo.

En la siguiente entrega me extenderé acerca de todo ello y de las posibilidades actuales de implementar otros centros similares sin recurrir al erario público.


Pierre Roca

2.28.2011

Adaptación



Nos adaptamos a los cambios.

No hay más que observar el panorama de un país, el nuestro, que se creía hace un par de años fuera del alcance de cualquier crisis. El dinero fluía e influía, propiciando en la ciudadanía un estado de ánimos que nos llevaba a planear por encima de las realidades.

Muchos gastos que no nos hubiésemos ni tan siquiera imaginado unos años antes se abordaban con la confianza que la aparente duración eterna de las vacas gordas, debida en buena parte a la falta de análisis objetivos de la situación, propiciaba.

Con el primer susto, la pérdida de empleos, el descalabro de no pocas empresas y la incertidumbre llegamos a pensar que el Apocalipsis se había hecho presente, que no aguantaríamos el tirón y que el fin del mundo no andaba lejos.

Después, poco a poco y a fuerza de no contar más que con los recursos de a bordo, sin posibilidad de créditos, de tarjetas o de ayudas, hemos adaptado nuestra realidad individual a las expectativas colectivas.

Desembarazados de algunos gastos manifiestamente innecesarios hemos rescatado planes de ahorro y de pensiones que la banca, con la voracidad que la caracteriza, nos había prácticamente impuesto con un despliegue mediático y publicitario que rondaba a menudo la ilegalidad. Letras pequeñas nunca leídas y directores de sucursal cuya capacidad de convicción se acentuaba con la perspectiva de la comisión que aportaba cada nuevo contrato.

Lo mismo en casa. Las gambas frescas han pasado al apartado de las ilusiones, igual que los quesos de importación y los vinos descubiertos en los suplementos dominicales de cualquier periódico. El paso siguiente ha sido la progresiva adaptación de los proveedores. En el sector inmobiliario, después de pregonar durante meses que los pisos no bajarían ni así –cómo si fueran ajenos a la antigua e inmutable ley de la oferta y la demanda- se llegó primero a la negociación caso por caso –algo inimaginable unos meses antes- y después a los anuncios con precios tachados a lápiz rojo y precios de oferta reducidos de forma sustancial.

Los comestibles también se adaptan. Mayor diversidad de ofertas, calidades y precios. La visita de un mercado de referencia, pienso en la famosa Boquería, en Barcelona, es buen ejemplo de ello. Los márgenes se ajustan, el servicio tiende a mejorar lentamente y los compradores prestamos mayor atención a lo que nos proponen, practicando aquello tan antiguo de la elección. Esto sí, aquello no.

Rescatamos recetas de nuestra infancia. La sopa de tomillo –más barata imposible- los guisos, los pescados sin glamour aparente –valiente tontería- y las verduras, que ahora incluimos en la dieta por si al amor de la crisis conseguimos bajar unos kilos.

Los bares rivalizan en ofertas –bocadillo, cerveza y café con leche por 2,90- y los restaurantes, incluso los de mayor nivel, recurren a la cocina étnica –callos, escudella, migas, garbanzos y otras novedades- para bajar así el ticket sin por ello atentar contra la calidad.

Los pueblos mediterráneos tenemos facilidad para adaptarnos a las circunstancias sin por ello perder el buen humor ni las buenas costumbres. Media caña en el bar de la esquina, un par de chascarrillos y a recuperar la atávica tortilla de patatas en la mesa familiar. Tortilla, ensalada, fruta de temporada y una dosis de “reality” en la tele.

¿Quien da más?


Pierre Roca


2.15.2011

Mitjans


Les principals cadenes de ràdio de l’Estat desperten cada matí als seus oients amb una minuciosa selecció de les pitjors notícies.

L’estat d’ànims del país no és ara mateix cap meravella i esmorzar amb el llistat de desastres, estadístiques negatives, crims i misèries no és la millor de les teràpies. Si entre dos morts o dos incendis o dues consideracions pessimistes o dos terribles conseqüències del canvi climàtic hi entatxonessin una bona noticia –de bones notícies se’n produeixen cada dia- l’efecte seria possiblement menys devastador, però les emissores saben que per vendre s’ha de fer por, inoculant-la al públic i descrivint un paisatge desolat, fosc, trist i allunyat de qualsevol esperança de millora.

La SER és la primera cadena radiofònica del país i part d’un molt potent grup de comunicació d’abast internacional. A Espanya té milions de seguidors i en conseqüència una responsabilitat social considerable que l’hauria de portar a tractar al públic amb respecte i fins i tot amb afecte, recuperant allò tan antic de l'ètica, passant-li el drap de la pols i endollant-la a cada un dels micròfons de la casa.

Ometre sistemàticament les bones notícies és dolenteria, mala intenció, traïdoria i una preocupant falta de patriotisme, paraula devaluada a la que s’han atribuït equivocadament connotacions d’extrema dreta que a aquestes alçades de la pel•lícula hauríem d’anar descartant.

La cadena esmentada és un exemple per la seva capacitat d’influència però no és l'única que practica el joc brut, deshonest i mentider d’acollonir la gent.

La cadena de titularitat pública RTVE pinta el mateix panorama desesperant i les altres “majors” del país li segueixen el corrent mentre optimitzen l’índex d’audiència a base de desanimar i de xiuxiuejar a cau d’orella que les coses van pitjor i que no hi ha res a fer.

Em poso a la pell de la munió de ciutadans amb dificultats econòmiques, amb deutes, amb l’amenaça del desnonament, la por de l’endemà i el regal enverinat de cada matí, de cada resum de notícies, de cada programa. Desastres, crims, empreses que pleguen, inundacions, incendis, ocells que cauen morts del cel i nens robats.

Cada dia es munten empreses però ningú en parla. Fa un temps collonut però ni ho comenten. Si plou quatre gotes esmenten la possibilitat de terribles inundacions sense parlar dels beneficis de l’aigua i eviten acuradament la notícia de tot el que millora, el que funciona, el que es crea i el que tira endavant.

Si patim un complot és el de la informació parcial, deformada a consciència, barroera i malintencionada. La que tendeix a fer mal, a fotre i a enfonsar la moral del destinatari final.

Juguen amb foc i ho podem evitar.


Pierre Roca

1.31.2011

Salvadores


El país produce, además de legumbres, cerdos de distintas denominaciones, frutas, vino y otras cosas, salvadores.

El salvador es un fenómeno cíclico. Un tipo que recibe de repente la luz divina y se cree imbuido de un destino salvador. Llamada o llamarada, elección por parte de los dioses, revelación o pálpito.

Nuestros salvadores no suelen escatimar en medios. Si el pueblo llano –el que va a ser salvado- remolonea, el salvador la emprende a mandobles y asume en carne ajena el coste que convenga. ¡Faltaría más!

Llevábamos tiempo sin un salvador al que recurrir. El anterior, el general Franco, hizo lo que pudo a cambio de unos cuantos cientos de miles de muertos. Los muertos de su bando eran mártires, los del otro bando rojos. Así cualquiera. El país no pareció muy agradecido por la hazaña y aguantó unas cuantas décadas so pena de males mayores.

Pasados los años y cuando nos creíamos a salvo de esa peculiaridad tan nuestra surge otro salvador.

Esta vez el elegido tiene el aspecto, las maneras, la voz, el lenguaje, la mirada y los ademanes de la misión que le ha sido encomendada. El señor Aznar ha ido puliendo y ajustando la estética del personaje a la tradición y a la alta tarea que es ahora su destino en lo universal. Su aportación personal y original es la estrategia de la delegación.

Él asume el designio pero delega en el obediente señor Rajoy el día a día y la ingrata tarea de enfrentarse a los incrédulos y a la maledicencia del pueblo ignorante, del rojerío recalcitrante y del separatismo latente.

Los dos atesoran –eso afirman- las claves que retornarán al país el brillo de antaño, redorando blasones y alentando de nuevo el ahora cuestionado negocio inmobiliario, madre de todas nuestras riquezas. Sorprende que a pesar del acendrado patriotismo del dúo se abstengan de poner inmediatamente la fórmula al alcance del pueblo para ahorrarle sufrimientos.

Si se cumplen los pronósticos, ganan las elecciones del dos mil doce y se hacen de nuevo con las riendas del Estado tendremos el privilegio de contemplar el prodigio. Abrirán el tarrito de las esencias, podrán en práctica las fórmulas que ahora guardan como oro en paño, los bancos serán de nuevo generosos con el populacho, florecerán igual que antes las agencias inmobiliarias y el país será de nuevo copia conforme de los folletos turísticos de toda la vida. Alegría, gracejo, despilfarro, festejos y soluciones al margen de las que auspician los que saben del asunto.

Toros, paella, hoteles en la misma arena de la playa y trenes AVE entre cualquier aldea.

Ya nos queda menos...


Pierre Roca

1.04.2011

Señales


El año dos mil diez tiene prisa por largarse y hace bien. Pocos seremos los que lo echaremos de menos.

Dos mil once, en cambio, apunta maneras y emite señales que cuatro días después de su debut mundial se me antojan del mejor agüero.

¿A qué señales me refiero?

Por un lado y por una cuestión de proximidad, la primera señal podría ser el “new look” del gobierno de la Generalitat catalana, presentado en sociedad hace pocos días. El “president” Mas ha tenido el sentido común de dejar atrás la sempiterna descalificación radical del adversario que practican sus compañeros de profesión y en la que él mismo ha caído unas cuantas veces. Ha llevado las formas hasta el fondo al incluir en el “govern” a cuatro personajes de reconocido prestigio profesional que no militaban en partido alguno o que, cómo el señor Mascarell, estaba adscrito a la disciplina del PSC con alguna reserva crítica y por lo tanto inhabitual.

Mas ilustra de ese modo una estrategia basada en “fer feina” –trabajar- para el país antes que para los intereses de su propia coalición. Otra cosa será que el día a día erosione o haga trizas ilusiones y proyecto, pero el primer gesto ha sido apreciado por buena parte de la sociedad, salvando las reticencias crónicas al uso.

Otra de las señales que percibo viene de nuestra paulatina adaptación a la situación de crisis. Ahora que ya sabemos que las cosas no cambiarán de sentido en quince días, quien más quien menos ha tomado o toma medidas. Medidas para la supervivencia para empezar y medidas para mejorar, para perfeccionar y para prosperar aprovechando las innumerables oportunidades que la propia crisis propicia, fijándonos de paso en lo que se hace fuera de nuestras fronteras para seguir avanzando y para no caer en el desánimo.

Recomiendo a mis seguidores la lectura periódica de alguna revista extranjera seria. “Le Point” o “L’Express” en francés, “Time” o “Newsweek” en inglés, “Der Spiegel” en alemán, etc. El repaso, aún somero, de cualquiera de esas publicaciones es un ejercicio sugerente y enriquecedor que nos permite conocer otros puntos de vista, otras soluciones, distintas formas de trabajar y de hacer negocios, ejemplares actitudes de resistencia y no pocas ideas que podrían desarrollarse en nuestra península si dejásemos de creer que somos lo más de lo más y que esto –la crisis- se irá con las primeras brisas de la primavera.

Quizá la tercera señal sea la percepción de una creciente respuesta beligerante por parte de los llamados emprendedores. La CEOE se enfunda el traje de faena y se dispone a trabajar en serio, los pequeños empresarios constatan la inutilidad de quejarse y los autónomos, verdadera fuerza de choque de este país, aplican la consigna de egoísmo eficaz que preconiza el señor Bernard Attali cómo primer paso para salir del atolladero.

“Mira primero por tus intereses. Si tú vas bien tu entorno irá bien y el fenómeno, al reproducirse, acabará cambiando la tendencia”.

Deseo a cuantos me leen un año dos mil once que mejore el que nos está dejando. Un propósito que no me parece complicado.


Pierre Roca