1.31.2011

Salvadores


El país produce, además de legumbres, cerdos de distintas denominaciones, frutas, vino y otras cosas, salvadores.

El salvador es un fenómeno cíclico. Un tipo que recibe de repente la luz divina y se cree imbuido de un destino salvador. Llamada o llamarada, elección por parte de los dioses, revelación o pálpito.

Nuestros salvadores no suelen escatimar en medios. Si el pueblo llano –el que va a ser salvado- remolonea, el salvador la emprende a mandobles y asume en carne ajena el coste que convenga. ¡Faltaría más!

Llevábamos tiempo sin un salvador al que recurrir. El anterior, el general Franco, hizo lo que pudo a cambio de unos cuantos cientos de miles de muertos. Los muertos de su bando eran mártires, los del otro bando rojos. Así cualquiera. El país no pareció muy agradecido por la hazaña y aguantó unas cuantas décadas so pena de males mayores.

Pasados los años y cuando nos creíamos a salvo de esa peculiaridad tan nuestra surge otro salvador.

Esta vez el elegido tiene el aspecto, las maneras, la voz, el lenguaje, la mirada y los ademanes de la misión que le ha sido encomendada. El señor Aznar ha ido puliendo y ajustando la estética del personaje a la tradición y a la alta tarea que es ahora su destino en lo universal. Su aportación personal y original es la estrategia de la delegación.

Él asume el designio pero delega en el obediente señor Rajoy el día a día y la ingrata tarea de enfrentarse a los incrédulos y a la maledicencia del pueblo ignorante, del rojerío recalcitrante y del separatismo latente.

Los dos atesoran –eso afirman- las claves que retornarán al país el brillo de antaño, redorando blasones y alentando de nuevo el ahora cuestionado negocio inmobiliario, madre de todas nuestras riquezas. Sorprende que a pesar del acendrado patriotismo del dúo se abstengan de poner inmediatamente la fórmula al alcance del pueblo para ahorrarle sufrimientos.

Si se cumplen los pronósticos, ganan las elecciones del dos mil doce y se hacen de nuevo con las riendas del Estado tendremos el privilegio de contemplar el prodigio. Abrirán el tarrito de las esencias, podrán en práctica las fórmulas que ahora guardan como oro en paño, los bancos serán de nuevo generosos con el populacho, florecerán igual que antes las agencias inmobiliarias y el país será de nuevo copia conforme de los folletos turísticos de toda la vida. Alegría, gracejo, despilfarro, festejos y soluciones al margen de las que auspician los que saben del asunto.

Toros, paella, hoteles en la misma arena de la playa y trenes AVE entre cualquier aldea.

Ya nos queda menos...


Pierre Roca

1.04.2011

Señales


El año dos mil diez tiene prisa por largarse y hace bien. Pocos seremos los que lo echaremos de menos.

Dos mil once, en cambio, apunta maneras y emite señales que cuatro días después de su debut mundial se me antojan del mejor agüero.

¿A qué señales me refiero?

Por un lado y por una cuestión de proximidad, la primera señal podría ser el “new look” del gobierno de la Generalitat catalana, presentado en sociedad hace pocos días. El “president” Mas ha tenido el sentido común de dejar atrás la sempiterna descalificación radical del adversario que practican sus compañeros de profesión y en la que él mismo ha caído unas cuantas veces. Ha llevado las formas hasta el fondo al incluir en el “govern” a cuatro personajes de reconocido prestigio profesional que no militaban en partido alguno o que, cómo el señor Mascarell, estaba adscrito a la disciplina del PSC con alguna reserva crítica y por lo tanto inhabitual.

Mas ilustra de ese modo una estrategia basada en “fer feina” –trabajar- para el país antes que para los intereses de su propia coalición. Otra cosa será que el día a día erosione o haga trizas ilusiones y proyecto, pero el primer gesto ha sido apreciado por buena parte de la sociedad, salvando las reticencias crónicas al uso.

Otra de las señales que percibo viene de nuestra paulatina adaptación a la situación de crisis. Ahora que ya sabemos que las cosas no cambiarán de sentido en quince días, quien más quien menos ha tomado o toma medidas. Medidas para la supervivencia para empezar y medidas para mejorar, para perfeccionar y para prosperar aprovechando las innumerables oportunidades que la propia crisis propicia, fijándonos de paso en lo que se hace fuera de nuestras fronteras para seguir avanzando y para no caer en el desánimo.

Recomiendo a mis seguidores la lectura periódica de alguna revista extranjera seria. “Le Point” o “L’Express” en francés, “Time” o “Newsweek” en inglés, “Der Spiegel” en alemán, etc. El repaso, aún somero, de cualquiera de esas publicaciones es un ejercicio sugerente y enriquecedor que nos permite conocer otros puntos de vista, otras soluciones, distintas formas de trabajar y de hacer negocios, ejemplares actitudes de resistencia y no pocas ideas que podrían desarrollarse en nuestra península si dejásemos de creer que somos lo más de lo más y que esto –la crisis- se irá con las primeras brisas de la primavera.

Quizá la tercera señal sea la percepción de una creciente respuesta beligerante por parte de los llamados emprendedores. La CEOE se enfunda el traje de faena y se dispone a trabajar en serio, los pequeños empresarios constatan la inutilidad de quejarse y los autónomos, verdadera fuerza de choque de este país, aplican la consigna de egoísmo eficaz que preconiza el señor Bernard Attali cómo primer paso para salir del atolladero.

“Mira primero por tus intereses. Si tú vas bien tu entorno irá bien y el fenómeno, al reproducirse, acabará cambiando la tendencia”.

Deseo a cuantos me leen un año dos mil once que mejore el que nos está dejando. Un propósito que no me parece complicado.


Pierre Roca