La marca Europa recupera terreno en los ámbitos de la calidad, del prestigio y de la garantía.
Por un lado la voluntad de determinados fabricantes, que han optado de forma decidida por seguir trabajando en el viejo continente, a menudo de retorno de una experiencia asiática que no ha sido fantástica para todos, y por otro lado la constatación de algo previsible: los costes de mano de obra y de las prestaciones sociales también suben en los países emergentes, cuestionando las supuestas ventajas de un esquema que parecía infalible: diseño en Europa, fabrico en Asia, vendo en todo el mundo.
La suma de dos factores, costes crecientes y lejanía de los centros de producción, sigue siendo el flanco débil del esquema mencionado. La industria europea y algunos estados más próximos a nuestro continente, cómo Marruecos, optimizan procedimientos e infraestructuras y afilan costes para convertirse en una alternativa atractiva.
En el negocio textil encontramos marcas que han optado de forma clara por producir en sus países de origen, convirtiendo el sobre coste, cada día menos evidente, en argumento de marketing, puesto que el label europeo es sinónimo de calidad y despierta mayor simpatía en el cliente final.
La emblemática “Hermès”, en el segmento de productos de lujo, o “Le Petit Bateau”, en el textil de calidad, producen en su país de origen, Francia, modernizando instalaciones y optando de forma decidida por el diseño, la calidad de las materias primeras y una manufactura del mejor nivel que se actualiza continuamente.
Cierto que el ejemplo de “Hermès” es poco relevante por sus elevados márgenes de comercialización, pero otras firmas del exclusivo sector del gran lujo no tienen empacho en vender sus “griffes” junto al “Made in China” y a precios de alta artesanía. “Tous”, “D&G” y otros son buenas muestras de lo que afirmo.
Otras empresas, cuyas pretensiones de crecimiento no tienen por objetivo el volumen de negocio de Inditex o de H&M y que se mueven en mercados más limitados pero no por ello menos rentables, también se decantan de forma inequívoca por la fabricación de proximidad, con soluciones organizativas, logísticas y de diseño que optimizan cada escalón del proceso. Cómo he mencionado anteriormente, se usa la marca Europa cómo referente de calidad, de servicio y de argumentos intangibles como la confianza. Todo ello a precios algo superiores a los que practican los dos grandes grupos mencionados pero con una imagen de calidad reforzada que distingue los productos.
La reacción de los proveedores europeos de los grandes grupos se ha hecho visible con cuantiosas inversiones en maquinaria e ingeniería de procesos y con la complicidad del sector logístico, que ha implementado nuevos servicios en la línea de la creciente inmediatez que se les demanda. Todo ello con ajustes de precio final y con ventajas tangibles en el campo de los plazos de reacción y de entrega.
Las marcas de pequeño o mediano volumen que se posicionan en el sector de la calidad encuentran mayores facilidades en los proveedores de cercanía. Mayor fluidez de interlocución, más confianza, mayor proximidad, más posibilidad de intervención.
En un entorno mediático que reparte de forma centrífuga y contumaz las malas noticias me ha parecido indispensable comentar el creciente, pero aún tímido, fenómeno del retorno a las fuentes. Una tendencia que debería inspirar y animar a empresarios y asalariados e incluso llegar, si no es mucho pedir, a los que se alojan en el “penthouse” de los sufridos estados europeos.
Pierre Roca