3.23.2013

POPAY.





Inquiétant, troublant, déroutant.

L’oeuvre de l’artiste Popay ne laisse surtout pas indifférent et poursuit le spectateur, avisé ou vierge, pendant des jours.

Né à Barcelone de mère parisienne et de père catalan aux racines andalouses, Popay, encore enfant, émigre en France au gré des jobs de papa architecte. Plus tard il retourne à la ville qui l’a vu naître pour y travailler avec un autre artiste, Javier Mariscal, dans son usine-atelier, avant de s’envoler de nouveau.

Touche-à-tout, curieux, voulant tout savoir, tout connaître, tout goûter, l’artiste se forme au gré des énormes possibilités qu’il découvre jour à jour, engloutissant techniques, esthétiques et goûts avec la voracité des affamés de vie. Du dessin au street-art, du tableau au mur, de l’aimable à la provocation.

Devant son oeuvre la plus récente une chose est claire : si vous cherchez un p’tit tableau mignon et sympa pour la salle de séjour de votre pavillon de banlieue, Popay n’est pas votre homme.

L’artiste vous crache en pleine figure des visages mordus par la vérole de la vie. Des yeux qui vivent dans l’horreur, des expressions construites à partir de la peur. D’un jour à jour qui nous étrangle.

Du matos pas rassurant pour un sou, j’vous jure. Pour afficher une de ses toiles-manifeste, toiles-dénonce, toiles-secousse ou insulte ou pleur il vous en coûtera quelques doses de courage et de sincérité.  Quelques aveux devant la glace, vous regardant droit dans les yeux et vous posant quelques questions essentielles. La vie, la naissance, le présent, la faim, le futur, la faim, la peur, la faim, la chiasse du lendemain. Le noir, les couleurs, la lumière.

Pas commode, ce mec. Pas facile à avaler. C’est pas le style caramel à la menthe. Pas le genre des sucettes à l’anis. Lui c’est le coup de poing au bas-ventre au point de vous couper le souffle et de vous faire vomir le repas du dimanche.

Malgré ça, malgré ce premier abord puissant aux bords effilés comme des couteaux de boucher vous y découvrirez une sensibillité cachée et d’autant plus émouvante que tapie derrière des montagnes de roche volcanique.

Touché, révolté, militant contre toutes les misères, les mensonges, les accords en sous-main, les alliances des puissants. Les périféries grises, les futurs inexistents, les sans visage, sans gueule, sans yeux, sans futur.

Popay milite dans ce parti, y vit, s’en mêle et accouche des images qui ne peuvent que nous toucher de près.

Qui ne peuvent que nous rappeller l’étroite, la mince, la presque inexistente ligne entre le oui et le non, le bien et le mal, la folie et la raison. Le bien-être et la misère, le fou-rire et les sanglots.

Le regard décharné et sans concessions sur le monde qui l’envolte, Popay-l’artiste, Popay l’homme lutte et se débat et tire des conclusions aux mille couleurs puissantes, voir sauvages, qui ne laissent pas indifférents ceux qui s’y approchent.

C’est pas le meilleur apéro possible, je vous l’accorde, mais c’est puissant, c’est drôlement beau et ça nous rappelle que nous sommes –encore- vivants et qu’il est temps de réagir, de se magner le train et de fouiller du regard le regard des autres.

Artiste, visionnaire, leader, précurseur. Homme.

Ne manquez pas son exposition à Marseille, à la Galerie Association d’Idées, 56, rue Sainte.


Pierre Roca






3.20.2013

Primavera.


Hoy al mediodía ha empezado la primavera.

Además de eso he escrito no sé cuantas páginas para la memoria de un proyecto y el resultado ha sido el previsible: la memoria de un proyecto.

He hablado con un cliente alemán para intentar entender lo que me pide, he comprado un pollo y medio, he cocinado el medio y he aprovechado el jugo, alargándolo, para convertirlo en una salsa con la que amenizaré cualquier día de estos un plato de pasta.

He comido un buen potaje de garbanzos con espinacas en el bar de la esquina. Lástima que el segundo plato, un revuelto, no estuviese a la misma altura. Ni el postre, uno de esos helados de corte que no saben a nada.

Anoche, por cierto, en un programa de radio nocturno, un camionero dijo que venía de Hungría, de cargar helados para “la Frigo”. Mi helado de hoy debía ser de esos.

El vino que me han dado en ese bar era realmente malo. Me lo han servido en una ostentosa botella de whisky reciclada. El patrón me ha asegurado que era un priorat. Realmente malo, aunque peor ha sido tener que aguantar el concurso de los mediodías de Antena 3. Creo que no volveré a ese lugar.

He comprado ajos a granel, tres cabezas. Y unos cuantos tomates para el guiso del medio pollo.

No he podido hacer la siesta, me ha venido a ver un colaborador para hablar del proyecto para el cual he escrito la memoria y he escrito mis comentarios diarios en Facebook para los restaurantes que me confían su comunicación “on line”. He convocado al personal para un itinerario gastronómico que tendrá lugar pasado mañana y he cenado dos muslos de pollo de pie en la cocina, escuchando las noticias en la cadena SER. ¿Se han fijado que determinadas emisoras se pasan el día dando las mismas noticias desde la mañana?

Mi amigo Pancho me ha escrito desde Gaillac. Regresa de pasar tres días en el convento en el que vive su gurú, un monje muy sabio, me asegura, de noventa años.

“Anda dos horas al día, es lúcido, atiende consultas de gente muy importante que llega al convento en helicóptero, cocina de maravilla y da masajes a bellas mujeres que vienen de lejos.” Le digo a Pancho que tengo ganas de conocer al personaje.

He descubierto una casa preciosa en alquiler pero con lo que gano ahora no me llega. He descubierto otras dos casas, no pisos, cuyo alquiler podría pagar, pero me gustan mucho menos.

He escrito un correo celebrando la primavera a  mi hija Isabel, la que estudia en Sudáfrica hasta el mes de julio.

Mientras roía y chupaba los huesos de los dos muslos de pollo –me han salido francamente buenos, gracias- la afamada radiofonista de turno convertía el extravío de los negativos de un fotógrafo especializado en retratar escritores –hay gente para todo- en una especie de drama radiofónico. Entrevista al personaje, con dramáticas pausas silenciosas, declaraciones alambicadas de literatos retratados por él, anécdotas insulsas y emoción exagerada. ¿A quien coño le importan los negativos de las fotos de unos tipos a los que casi nadie conoce?

Lo divertido de la noticia es que el extravío no se ha producido en la caótica España ni en Grecia ni en Chipre. Ni en Italia. Las fotos, o mejor dicho, los negativos, se han perdido durante una mudanza en la sede del prestigioso y muy serio “Le Monde”, en París. Es posible, la noticia no lo dice, que el empleado de la empresa de mudanzas fuese oriundo de alguno de esos países. Con esa gente nunca se sabe, amigos.

Europa no es lo que fue.


Pierre Roca





3.02.2013

Bárcenas.


Bárcenas, Luis para los íntimos, es un tipo de personaje que abunda. He conocido a unos cuantos cómo él y siempre me ha gustado verlos actuar.

Para ser cómo don Luis no es indispensable mucha cultura ni títulos universitarios ni familia acaudalada, aunque eso, lo de la familia, siempre ayude. Lo indispensable es el afán de dinero, el hambre de riqueza y la necesidad casi enfermiza de gastar, lucir y frecuentar los lugares flagrantes, sin por ello perder el mundo de vista.

Luis Bárcenas me recuerda un chatarrero que conocí hace años. Siempre vestido de forma impecable, siempre en las mejores mesas y siempre con la antena puesta, atento al negocio que podía surgir. No era un hombre de cultura, sus opiniones tendían a lo básico, no era guapo ni especialmente atractivo, pero tenía un especial olfato para el dinero.

Compartimos unos cuantos negocios puntuales. Cuando quien negociaba era yo, se ganaba dinero, pero su intervención mejoraba siempre las expectativas. Lo tenía todo bajo control, seducía a la otra parte e incrementaba sistemáticamente el resultado de esas operaciones puntuales. Un fiera.

Por lo que me huelo, Bárcenas lo tiene todo bajo control. Listas comprometedoras, datos e informaciones que destila cuando y cómo le conviene, otras que tiene a buen recaudo y alguna sorpresa que suministrará cuando toque.

No es de los que se arriesgan ni es impulsivo. Es un tipo frío, calculador y que prevé las distintas alternativas que se le pueden presentar.

Si no fuese así habría desaparecido hace semanas de las portadas de la prensa y los responsables del partido del que tan bien supo servirse para conseguir algo de calderilla respirarían aliviados.

La famosa lista que depositó en una notaría madrileña debe contener su seguro de vida. Los nombres y las referencias de los que hicieron donaciones cómo no hay que hacerlas, los que trincaron para compensar así el servicio al partido y su mala conciencia –“si me arriesgo, merezco algún premio”- y algunos otros que se apuntaron a ese cuerno de la abundancia puntual.

Con esa bomba de relojería en el cajón adecuado don Luis soporta con ejemplar paciencia y admirable estoicismo la mínima incomodidad temporal de no poder viajar fuera del solar patrio, mientras espera que unos y otros tomen las decisiones oportunas. ¿Tienen vocación suicida los políticos de ese gran partido que ahora se agitan incómodos en el escaño o la poltrona? No, claro que no. Por eso están que trinan, arbitran fórmulas, maneras y trucos de soslayar el jodido obstáculo y se arrepienten de los deslices del pasado, rezando para que el antiguo tesorero no pierda las formas ni la paciencia.

Por eso mismo Bárcenas está tranquilo, sin dejar de pensar en los ases que tiene en el cajón de marras y en la bocamanga.

Me fascina imaginar las llamadas o los encuentros secretos o los recados que le llegan mediante emisarios interpuestos. Los ofrecimientos de componenda, los posibles apaños, las muchas y variadas formas de cerrar el asunto quedando como amigos y sin que nadie pierda la camisa.

Todo entre caballeros, quede claro. Todo sin amenazas ni malos gestos ni palabras disonantes.

Espero que el asunto y el personaje se estén estudiando y aparezcan más pronto que tarde en los créditos de las escuelas de negocios. Y en las de diplomacia, que esas tácticas son muy útiles en ese ámbito.

Espero finalmente que al personaje se le honre como merece por poner en semejante brete al gobierno surgido de la mayoría absoluta. Es posible que no sea el hombre más honesto del mundo pero son evidentes su inteligencia intuitiva, su instinto y su gusto por el juego y por las situaciones enrevesadas que sacan de quicio a sus acartonados oponentes.

Chorizo o no, el señor Bárcenas es el ejemplo vivo del triunfador en versión española. Un tipo salido de la nada que consigue hacerse multimillonario aprovechándose de las malas artes ajenas. ¡Un genio!

No es Robin Hood pero cae simpático. Larga vida, don Luis!

Pierre Roca