1.04.2011

Señales


El año dos mil diez tiene prisa por largarse y hace bien. Pocos seremos los que lo echaremos de menos.

Dos mil once, en cambio, apunta maneras y emite señales que cuatro días después de su debut mundial se me antojan del mejor agüero.

¿A qué señales me refiero?

Por un lado y por una cuestión de proximidad, la primera señal podría ser el “new look” del gobierno de la Generalitat catalana, presentado en sociedad hace pocos días. El “president” Mas ha tenido el sentido común de dejar atrás la sempiterna descalificación radical del adversario que practican sus compañeros de profesión y en la que él mismo ha caído unas cuantas veces. Ha llevado las formas hasta el fondo al incluir en el “govern” a cuatro personajes de reconocido prestigio profesional que no militaban en partido alguno o que, cómo el señor Mascarell, estaba adscrito a la disciplina del PSC con alguna reserva crítica y por lo tanto inhabitual.

Mas ilustra de ese modo una estrategia basada en “fer feina” –trabajar- para el país antes que para los intereses de su propia coalición. Otra cosa será que el día a día erosione o haga trizas ilusiones y proyecto, pero el primer gesto ha sido apreciado por buena parte de la sociedad, salvando las reticencias crónicas al uso.

Otra de las señales que percibo viene de nuestra paulatina adaptación a la situación de crisis. Ahora que ya sabemos que las cosas no cambiarán de sentido en quince días, quien más quien menos ha tomado o toma medidas. Medidas para la supervivencia para empezar y medidas para mejorar, para perfeccionar y para prosperar aprovechando las innumerables oportunidades que la propia crisis propicia, fijándonos de paso en lo que se hace fuera de nuestras fronteras para seguir avanzando y para no caer en el desánimo.

Recomiendo a mis seguidores la lectura periódica de alguna revista extranjera seria. “Le Point” o “L’Express” en francés, “Time” o “Newsweek” en inglés, “Der Spiegel” en alemán, etc. El repaso, aún somero, de cualquiera de esas publicaciones es un ejercicio sugerente y enriquecedor que nos permite conocer otros puntos de vista, otras soluciones, distintas formas de trabajar y de hacer negocios, ejemplares actitudes de resistencia y no pocas ideas que podrían desarrollarse en nuestra península si dejásemos de creer que somos lo más de lo más y que esto –la crisis- se irá con las primeras brisas de la primavera.

Quizá la tercera señal sea la percepción de una creciente respuesta beligerante por parte de los llamados emprendedores. La CEOE se enfunda el traje de faena y se dispone a trabajar en serio, los pequeños empresarios constatan la inutilidad de quejarse y los autónomos, verdadera fuerza de choque de este país, aplican la consigna de egoísmo eficaz que preconiza el señor Bernard Attali cómo primer paso para salir del atolladero.

“Mira primero por tus intereses. Si tú vas bien tu entorno irá bien y el fenómeno, al reproducirse, acabará cambiando la tendencia”.

Deseo a cuantos me leen un año dos mil once que mejore el que nos está dejando. Un propósito que no me parece complicado.


Pierre Roca

5 comentaris:

Anònim ha dit...

tienes razon Pierre, este año veremos nuestra consagracion...
Pancho

Anònim ha dit...

no tienes del todo razón Pierre, el señor Mas no va ha dejar, como lo hizo tambien su jefe durante veintitres años,de ayudar,privilejiar,tapar y huntar a las cien familias que dominan desde hace mas de cien años el panorama esperpentico y pacato de la economia y sociedad catalana. SANTI.

Pierre Roca ha dit...

Amigo Santi... Por suerte no tengo toda la razón. Lo escrito es que las señales, las primeras, me parecieron esperanzadoras lo cual, en estos tiempos y con lo que está cayendo, no está tan mal. Debo decir a tu favor que a dos meses vistas de ese artículo al "president" ya le ha salido el Pepito Grillo de turno, interpretado en esta ocasión por ese conseller Feliu ávido de protagonismo. A ver de qué forma lo torea...

Anònim ha dit...

Feliu? no me consta como conseller. SANTI

Pierre Roca ha dit...

Tienes razón. Me refería al conseller Felip Puig. Un lapsus...