10.22.2010

Fotos

Desde el advenimiento de la fotografía digital se hacen más fotos pero no crece en igual medida la memoria fotográfica.

Quien posee una cámara digital o un teléfono dotado de esa función dispara a troche y moche pero no suele conservar las imágenes así obtenidas más que en casos contados. Lo usual es retratar dos coches que acaban de chocar, es un ejemplo, mandar la foto al amigo o familiar que conduce un modelo similar con un comentario supuestamente gracioso y a otra cosa. Dos semanas o tres meses más tarde se destruyen las fotos para liberar espacio en la memoria del aparato y vuelta a empezar.

La fotografía tradicional, la que requiere además de la cámara película y revelado, deja a modo de memoria el negativo. Los profesionales archivan los negativos junto a los datos que parecen más relevantes. Fecha de la toma, modelo de cámara y de óptica, apertura de diafragma, velocidad de obturador, lugar, hora, cliente, etc.

Bien conservados los negativos duran años y constituyen un patrimonio insustituible que el soporte digital hubiese podido remplazar con ventaja de no ser por su inestabilidad, más evidente que la del ya comentado negativo sobre película, que tampoco es una maravilla de longevidad.

El efecto devastador del paso del tiempo en el soporte digital se puede comprobar a menudo en la televisión, cuando se rescatan imágenes de hace quince, veinte o más años. El color aparece deslavazado, casi desaparecido, y la nitidez de la imagen ha perdido gran parte de su calidad.

Es posible que ya existan métodos tecnológicos para la recuperación de los archivos digitales pero me temo que su coste debe limitar el tratamiento cosmético a lo más urgente.

Un amigo reportero gráfico se negó a dar el salto al digital para preservar la memoria gráfica. Mientras sus colegas entregaban al medio que les pagaba las fotos digitales que interesaban y volatilizaban el resto, mi amigo conservaba los negativos, los archivaba y eludía de ese modo la variante mediática del alzheimer: la ablación suicida de la memoria gráfica colectiva.

Observen los turistas que recorren la ciudad. Retratan sin mucho criterio cualquier amasijo de piedras con aspecto vetusto, a menudo sin apuntar ni encuadrar. Cientos de fotos. Al llegar a casa y suponiendo que dediquen algún tiempo al repaso de la cosecha no son capaces de recordar qué diablos es aquel edificio ni en qué ciudad lo encontraron. Lloret o Bilbao ? Echan el 95% de las fotos a la basura virtual y conservan aquellas en las que aparece el cónyuge o acompañante o los hijos o aquellos amigos tan simpáticos que casualmente viven dos calles más arriba. Aquellos con los que se emborracharon en un bar tematizado de cualquier ciudad.

Qué viaje tan bonito, recuerdas ?


Pierre Roca

10.12.2010

Valors


Sembla evident que els valors i els models de comportament que considerem bàsics estan en crisi.

El model de família tradicional i unida trontolla, el de l’esportista exemplar fa aigües, el de l’empresari que crea patrimoni patina i el del treballador sacrificat perd oli, per no parlar del model de la propietat privada o el de l’intel.lectual o el de la filla virtuosa entre d’altres.

Esfumats o desdibuixats els exemples la desorientació de la societat es fa palesa i es pot observar a tots els estaments.

Les famílies es desarticulen, els pares es disputen els fills a cop de denuncia, el pare conviu amb un home o una dona i la mare no vol ser menys, els esportistes que interessen són els que guanyen milions o que anuncien calçotets o condueixen vehicles extraordinaris, el president de la patronal és el model de l’antiempresari i la fita de molts treballadors és aconseguir una baixa per depressió, que segons em diuen vé a ser com un premi de la lotería.

La propietat privada es qüestiona obertament amb “okupacions” que la llei no aconsegueix evitar i amb la pintura salvatge de les façanes alienes amb el pretext de l’acció artística o reivindicativa, sempre imposada.

No cal seguir.

Mentre molts individus viuen la crisi de models amb desorientació i sense saber què fer, d’altres, sortosament, improvisen i generen nous models per a consum propi i dels seus, a partir d’interpretacions de la ètica personal o col.lectiva.

Amb aquest material nou sobreviuen al desemparament, obren de forma intuitiva nous camins per a la convivència i construeixen nuclis de gran solidesa que funcionen amb paràmetres elaborats a partir de vivències, de coneixements i de rastres del passat més immediat.

La nova ètica intuitiva no és fruit de la reflexió profunda i documentada de cap intel.lectual. És una eina d’emergència, un estri per sobreviure amb regles, normes i camins oberts a mida que el que fins ara era inqüestionable s’autodestrueix, es malmet o s’arruïna a força de mal ús i de contradiccions.

Un instrument malhauradament elitista –les classes menys il.lustrades dificilment articulen procediments similars i copien fins l’exhauriment patrons esgotats- que ja està ajudant a reconsiderar conceptes vitals que fins fa poc eren norma.

La nova definició de l’èxit personal, de la feina, de la relació amb l’entorn, del nucli més proper –família o amics-, del lleure i de l’ús de les moltissimes possibilitats que proposa el món i l’accés massiu a les noves tecnologies de la comunicació.

La presa de consciència com a protagonistes, el rebuig del fatalisme i de la rendició.

L’horitzó que intueixo de vida més llarga, més activa i més fecunda, apartant del poder la classe definitivament mediocre que el monopolitza i que només pot exhibir desfetes, desastres, misèria i un pavorós dèficit de imaginació.

Emprem eines noves. Desobeim. D’altres formes de viure i de conviure són possibles.


Pierre Roca



10.04.2010

Huelga


La huelga es en sí misma un acto violento contra determinado colectivo o contra la sociedad. Un acto y una actitud equiparables a la bronca del matón de tasca, botella rota en mano.

La violencia se suscita cuando la capacidad –o la voluntad- de entenderse mediante la palabra es más bien escasa y lleva a una de las partes a la agresión a modo de último recurso y después de constatar su propia impotencia. Puños, bastón, arma de fuego, silicona en la cerradura, neumático pinchado, insulto o zarandeo.

En la huelga absurda, esperpéntica e irrelevante que el estado español ha sufrido el día 29 de septiembre los sindicatos, motor y brazo ejecutor del acontecimiento, se han llenado la boca de palabras como democracia o libertad. Frases del estilo “La huelga será una lección de libertad” o “Daremos al gobierno un ejemplo de democracia” se han oído y leído hasta la saciedad y se han incumplido clamorosamente.

Las declaraciones posteriores han sido por un lado contradictorias, lo que entra de algún modo en la normalidad mitinera y por el otro sencillamente falaces, alardeando de una adhesión voluntaria de los trabajadores que en muchos casos, muchísimos, fue condicionada por las amenazas de unos piquetes que se denominan informativos en un alarde de eufemismo o de lenguaje simplemente engañoso.

En las principales arterias comerciales de las ciudades se obligó al cierre de los establecimientos –fundamentalmente las franquicias de las grandes marcas por aquello de la repercusión mediática- inutilizando las cerraduras con silicona, insultando a los clientes, pintando las cristaleras o amenazando a los empleados. Todo métodos de exquisita inspiración democrática como puede verse.

La incapacidad de diálogo y negociación de quien nos administra, de nuestros representantes en las distintas instituciones o incluso de los sindicatos de corte decimonónico que padecemos es infinita y sobre todo preocupante para la ciudadanía y para el Estado en sí mismo.

El martes día veintiocho escuché un debate radiofónico acerca de la dichosa huelga y a pocas horas de su inicio. Un representante del PSOE, uno del PP, uno de los sindicatos y otro de la patronal.

En ningún momento cedió ninguno de ellos ni un ápice de su posición. Nunca. Quien representaba las organizaciones sindicales se mostraba encantado de estar en posesión de la verdad y del arma poderosa que haría doblar la espalda al ejecutivo, quien defendía la actuación gubernamental enumeraba largas listas de éxitos, la oposición jugaba a lo de siempre, esto es a decir justo lo contrario aunque ello lleve a menudo a contradicciones sonrojantes y el portavoz de la patronal, que bastante tiene con ocultar las vergüenzas de algunos de sus dirigentes, echaba balones fuera.

Con estos mimbres poco se puede hacer. O todo, si el país hace lo de siempre: trabajar, inventar, ir a la suya y salvar obstáculos a pesar de la mediocridad de quien nos dirige. Desobedecer sin excesivos riesgos, evitar los charcos demasiado profundos e improvisar, asignatura en la que somos catedráticos.


Pierre Roca