Como la mayoría de textos relacionados con la política catalana, escribo
este en castellano.
He asistido a la celebración de la Diada en Barcelona.
Mi impresión, superada la intensa emoción de algunos momentos y reposadas
las primeras impresiones, es que hemos inventado un nuevo tipo de
manifestación, partiendo de la necesidad de excluir las algaradas, las broncas
y la violencia de cualquier tipo y conscientes de la necesidad de convencer y
de ganar credibilidad, más que de imponer, práctica ésta habitual en la otra
parte del binomio.
El modelo que se ha puesto en práctica hoy en el territorio catalán puede
parecerse más a una “performance” que a una manifestación convencional de
trasfondo eminentemente político. La apreciación puede parecer irónica e
incluso frívola pero no lo es. En absoluto.
Mediante el cuidado diseño del acto –la llamada Via Catalana- se ha
conseguido que los cientos de miles de participantes se preocupasen de la
organización, del horario, de su propia ubicación y de los detalles, dejando
poco espacio y menos energía para la bronca, las pedradas y los incidentes que
hasta hace pocos años parecían indisolublemente vinculados a ese tipo de
manifestaciones.
Un servidor se ha movido por el Passeig de Gràcia y por la plaça Catalunya
de Barcelona.
Una delicia. Ninguna tensión, presencia simbólica de la policía, familias,
niños, mayores, mucho castellano parlante, gente de todas las razas y ni una
frase ofensiva, con excepción de algún amable “adéu Espanya” y un paseo, más
que desfile, al lado de los participantes en la mencionada Vía.
Finiquitado el acto el personal ha hecho uso del paseo mencionado como se
hacía a finales del IXX, recorriendo en ambas direcciones la más prestigiosa
arteria de la ciudad.
Los turistas retrataban, algunos avispados comerciantes paquistaníes
vendían “estelades” de origen incierto, los niños comparaban sus respectivas
camisetas alegóricas y los adolescentes, ellas con la “senyera” maquillada en
la mejilla, ellos bandera en ristre, coqueteaban como debe hacerse a esa edad,
cantando de vez en cuando un slogan independentista.
Terminado el acto los servicios municipales han aseado el paseo
primorosamente, el tráfico ha vuelto por donde suele y los autobuses han
recuperado el servicio provisionalmente aplazado.
Un invento, ya digo.
El acto ha sido importante por la participación y por el sosiego. No por la
aspereza, por las sirenas y por la violencia indiscriminada. Incluso el
helicóptero que ha sobrevolado la zona durante horas llevaba la bandera catalana
pintada en la parte inferior, suscitando así los saludos y aplausos de los que
permanecíamos en el suelo.
Se me antoja que para los gobiernos, el catalán, pero sobre todo el del
estado español, el argumento de la paz, la calma y la tranquilidad ha de ser
más inquietante que el de las vitrinas rotas.
Es fácil atribuir los brotes de violencia a cualquier colectivo más o menos
marginal y desacreditar así de un plumazo la iniciativa, pero no lo es tanto
digerir el paseo y la reivindicación tranquila de una sociedad cada día más
segura de sí misma, de sus derechos y de lo que reclama.
Espero que tomen nota. Yo, de momento, me siento orgulloso de este país
–Catalunya- que es el mío.
Pierre Roca
3 comentaris:
Aquest és el cami.
És com si hi hagués estat.
Amic Pierre, em sembla tan representatiu el teu article que m'he permés afegir-ho al final del meu:
http://www.navegar-es-preciso.com/news/grandioso-exito-de-la-via-catalana-cap-a-la-independ%C3%A8ncia/
espero que no et molesti
Detecto el que sembla una errada tipográfica: IXX en lloc de XIX.
Una abraçada
Román
Cap molèstia, al contrari. Afalagat.
I no és una errada tipogràfica. És errada sense paliatius.
Gràcies i fins aviat, amic.
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