6.02.2010

Interrelación

Stratfor es una empresa dedicada a la prospectiva geoestratégica que goza de creciente prestigio internacional.

Cuando se accede a la documentación que facilita y se echa una ojeada al listado de productos que propone se advierte que además de la mencionada prospectiva figuran campos que ponen de relieve el interés de la empresa y de sus clientes por las cuestiones relacionadas con la inteligencia –servicios, medios, estrategias- y por la íntima relación de todo ello con la economía a nivel planetario, las migraciones, los estados y las decisiones, acertadas o no, de sus dirigentes. La riqueza, la pobreza, las hambrunas o los crecimientos meteóricos.

Los investigadores de la casa analizan noticias de interés aparentemente local y otras de interés planetario, comparan, aquilatan, extrapolan, debaten y sirven a su dilecta clientela datos, tendencias y parámetros que les ayudarán a tomar decisiones en sus respectivos ámbitos de actuación. Lo mismo un proyecto de implantación que la seguridad del mundial de fútbol. Lo mismo un retoque de la hacienda pública que un cambio de imagen de las fuerzas armadas. Lo mismo el lanzamiento mundial de una solución informática que un proyecto urbanístico.

Los informes de la consultora sorprenden por la crudeza del lenguaje empleado, inspirado directamente por Georges Friedman, fundador y actual presidente de Stratfor, hombre poco dado a los matices lingüísticos y alejado del eufemismo y de los rodeos que parecen de rigor en este lado del Atlántico.

El pensamiento geopolítico del señor Friedman recuerda el del general De Gaulle y de algunos de sus discípulos más directos y pone de relieve una vez más la íntima e incuestionable interrelación de cuanto acontece en el mundo. En cualquier lugar, en cualquier ámbito, a cualquier época. Atravesamos por cierto un excelente momento para percibirlo.

El estornudo de un alto funcionario sacude las finanzas mundiales, el dictamen de un gabinete de estudios altera los resultados de grandes corporaciones, el griterío de dos mil manifestantes afecta la credibilidad de un gobierno y un escape de nafta, que no debería ser mucho más que un problema de fontanería, amenaza el gobierno del mismísimo gigante americano.

Mientras, por estos pagos se siguen observando los altibajos de la economía según el color del cristal ideológico y sin prestar atención al mapa geoestratégico mundial en una actitud poco realista, cargada de voluntarismo y desde luego engañosa además de inútil.

Una actitud de prepotencia y desdén emparentada por vía directa con la ignorancia.

Los responsables políticos de la administración estatal española –por referirnos a nuestro caso concreto- y los de la oposición deberían dar muestras fehacientes de su implicación real en la solución de los problemas que nos oprimen, de capacidad de comunicación para trasladar y dar a entender acciones, gestos y ademanes y de patriotismo –una palabra con la que siguen llenándose la boca- para anteponer el devenir del país al “diktat” de los ideólogos del partido.

Limitar el ángulo de visión a lo que abarca la vista de esos personajes parece ser el proceder habitual del colectivo político que nos aflige. Se supeditan a la especulación electoral, prefieren la muerte del paciente a su salvación para evidenciar así los errores del oponente y se juegan el porvenir de una o dos generaciones a cambio de victorias pírricas y de contrapartidas de alto riesgo.

Es fascinante y a la vez inquietante que ninguno de los dos principales partidos tenga entre sus filas quien aconseje, más allá del libro de estilo del colectivo. Quien ilumine, quien muestre mapas, quien imparta lecciones de honestidad, de responsabilidad, de ética y de buen hacer. Quien los saque a pasear por el ancho mundo.

Quien les enseñe el oficio de servir a todos y cada uno de los ciudadanos.


Pierre Roca