12.13.2009

Proveedor.

Si el Estado español fuese uno de mis proveedores de servicios hubiese prescindido de él desde hace mucho tiempo.

Por informal, por inepto, por marrullero.

El creciente interés por el independentismo se propicia en Catalunya desde Madrid a base de trato feudal, de incumplimientos, de ineficacia y de constantes trabas, trampitas y zancadillas.

Durante años usé el malhadado puente aéreo de Iberia para trasladarme con celeridad a la capital por asuntos generalmente profesionales. Los usuarios catalanes del servicio –todos los usuarios catalanes del servicio- éramos conscientes del abuso de situación privilegiada de la compañía. El precio era a todas luces exagerado pero no nos quedaba más remedio que pasar por ese aro impuesto desde el centro. En mi caso llegué a ir a Madrid en coche para evitar el funesto puente. La duración del trayecto era prácticamente la misma desde la puerta de mi domicilio hasta el despacho del cliente que iba a visitar. Entre el taxi al aeropuerto, las colas, las esperas, la seguridad, el vuelo, las incidencias, la salida de Barajas y el trayecto hasta el centro la cosa rondaba siempre las seis horitas.

Cuando el primer AVE vió la luz en el trayecto Madrid-Sevilla atisbamos alguna esperanza a corto plazo pero no fue así. Nasti de plasti como diría un castizo. Contra cualquier lógica la gestación del tren de alta velocidad Madrid-Barcelona fue lenta, tortuosa y complicada hasta la exasperación. Otro rayo de luz iba a ser la liberación del arcaico “air shuttle” pero el supuesto adelanto no se tradujo en mejor servicio, en más oferta ni en ahorro. Es fácil suponer que los patrones de las compañías en liza zanjaron el asunto en un par de cenas evitándose así el precio de la competencia.

Correos sigue siendo un desastre, RENFE otro tanto y de la justicia mejor no hablar. Lo que nos sirve ese proveedor, lejos de intentar emular los países de nuestro entorno europeo, parece mirarse en las balbuceantes administraciones de muchos estados africanos.

Entre una y otra cosas se ha ido llegando al hartazgo en un país –me refiero a Catalunya- en el que no acostumbramos a vibrar por “la roja” ni nos emociona hasta las lágrimas el himno estatal.

El editorial conjunto de doce diarios catalanes acerca del veredicto del Estatut ha levantado en otros ámbitos de la península una oleada de protestas, insultos y amenazas, eludiendo en todos los casos la esencia de la cuestión: la muy deficiente calidad de las prestaciones de unas administraciones que tienen su razón de existir en el servicio –el buen servicio- al ciudadano.

“Cuídame y te cuidaré” dice un refrán inequívocamente castellano y mesetario.

Si tanto les importa nuestro afecto que cuiden la calidad de lo que por ley deben servir. Si el proveedor no quiere que le echen que se preocupe por mejorar el servicio, el trato e incluso las formas.

Que no nos tomen el pelo ni nos enreden ni racaneen a la hora de cumplir con lo acordado. Que cumplan en tiempo y forma. Que dejen de practicar el separatismo centrífugo –el que tiende a apartar la periferia-.

Pensemos por otro lado que en cuestiones de amor, de amistades, de convivencia e incluso de negocios dos partes no permanecen juntas si una no lo desea.

Si Catalunya no vibra por lo español que no se intente obligarnos. No vamos contra nadie, vamos a favor de lo nuestro. Somos conscientes como pocos de nuestra imperfección, de nuestras carencias y de lo que nos queda por recorrer. No somos mejores. Somos nosotros y queremos que se nos permita vivirlo y asumirlo.

Una parte del binomio le está diciendo a la otra que se ha roto el amor aunque no así la amistad. Es tan difícil de entender ?


Pierre Roca

12.08.2009

Oxígen.

Quan em falta l’aire, quan necessito estímuls del món exterior o quan la grisor ambient m’ofega em compro “L’Express” o “Le Point” o “Le Nouvel Observateur”.

La combinació perfecte és comprar la revista, fullejar-la, dinar bé i un cop a casa llegir-la sense presses.

La seqüència habitual és la següent:

Després d’un matí de converses per telèfon, de rebre i d’enviar correus i de fer alguna gestió personal reservo taula a “El Suquet de l’Almirall”, a la Barceloneta.

Cap al migdia compro la revista, sec a un banc públic per fullejar-la i al voltant de les dues em poso a taula al meu restaurant preferit.

No miro la carta. Demano un arròs –el que ells vulguin- i uns entreteniments previs que també escullen els protagonistes de l’establiment.

A “El Suquet” el capítol dels entreteniments el cuiden especialment.

Res de tapes tronades, olioses o antiquades. Cada platet és un prodigi de sensibilitat, d’ofici, de tradició posada al dia, de creativitat mesurada. De respecte i d’afecte pel client.

A voltes es tracta de productes humils tractats amb naturalitat i amb una saviesa extraordinaria que els ennobleix.

En d’altres ocasions són racions mínimes de peixos o mariscs o d’alguna verdura de temporada, passats pel foc el temps indispensable –menys és més, no ho oblidin- i servits en format d’aperitiu amb l’elegància espontània de les cases bones, sense artificis inútils ni gests amanerats.

Cada platet és nou i sorprenent i contribueix a accentuar la complicitat entre la casa i el client que constitueix una de les especialitats del restaurant. Bon gust i intel.ligència afalagades, comoditat absoluta, professionalitat tan fresca com els productes.

Després l’arròs. El d’avui melós i coronat per dos escamarlans de bona mida cuits al seu punt, a anys-llum d’aquelles bèsties mineralitzades que trobem sovint a les paelles de molts restaurants de carta pretenciosa.

He begut un priorat dels que van creixent i manifestant la personalitat a mida que es beuen i que s’assimilen. Olors profunds de la terra.

Moto i a casa. L’ordinador m’esperava amb uns quants correus que he contestat abans de instal.lar-me a un sofá i llegir “Le Point” com qui fuma un Montecristo o un Cohiba, agraïnt a la vida moments com aquests que vertebren la successió de dies, d’esdeveniments, de bones i de menys bones notícies.

A partir d’aquesta suma de petits aconteixements les percepcions han estat bones, alegres i amb un prometedor aroma de futur.

Idees noves, nous horitzons, engrunes de coneixement i la cálida sensació d’estimar el que m’envolta i de ser estimat. Gent, entorn, tarannà, dades i vibracions. Privilegis.

No em puc queixar. Segur.


Pierre Roca

12.02.2009

Melanie.

He tardado cuarenta años en reencontrar a Melanie Safka.

La cantante Melanie –más tarde conocí su apellido presumiblemente judío- me fascinó cuando yo iba por los veinte años y escuchaba las emisoras de radio francesas debido a mi formación francófona.

“Europe 1”, “France Inter”, “Radio Montecarlo” y “Radio Luxembourg” competían entre sí con programas musicales dedicados a la juventud, liderados por el emblemático “Salut les copains” creado por Daniel Filipacchi, un tipo listo que a lo largo de la vida ha tenido el olfato necesario para sintonizar con las tendencias al uso, convirtiéndose en uno de los principales editores de revistas de Francia.

Era también la época de las llamadas emisoras pirata, instaladas a bordo de cargueros que permanecían en el límite de las aguas jurisdiccionales, que en aquel tiempo estaba situado a tres millas marinas de las costas. La connotación de clandestinidad y de actuar al margen de las leyes les otorgaba un aire aventurero que subyugaba a los adolescentes de la época, entre los cuales me contaba. La más conocida de esas emisoras fue “Caroline”, pronunciado en inglés. “Caroline” y el resto de emisoras pirata, todas ellas surcando el Atlántico norte, difundían la música más rompedora, lo último de lo último, todo ello con un estilo absolutamente alejado de la corrección de las emisoras continentales. Distintas leyes y sobre todo la ampliación a doscientas millas de la soberanía de los estados sobre la franja marítima acabó con aquellos estimulantes atisbos de libertad radiofónica y nos situó de nuevo ante una realidad no siempre comprensible y desde luego menos divertida.

Uno de los locutores estrella de “Caroline” se hacía llamar “Le président Rosko, le plus grand, le plus beau.” Se trataba de Michael Pasternak, hijo del productor de cine americano de origen húngaro Joe Pasternak y cuyo alias anglosajón era “Emperor Rosko”.

A todo esto “Bobo’s party”, el primer éxito de la señora Safka empezó a sonar y a gustarme mucho. La voz de Melanie, la sugerente melodía y el refrán me llevaban a imaginar mundos oníricos entre el movimiento hippie y la sicodelia, entre California y la “beat generation” y el “Living Theater” y otras imágenes de libertad que llegaban a Europa proponiendo mundos mejores aunque a menudo la sombra alargada de las drogas distorsionaba el mensaje.

Mi actividad profesional me ha permitido posteriormente conocer músicos, cantantes, agentes, productores musicales, promotores y managers de todo pelaje. Siempre les he hablado de Melanie Safka y siempre he recibido respuestas negativas, de absoluto desconocimiento del personaje. Llegué a pensar que había imaginado lo oído, el obsesivo refrán de “Bobo’s party” e incluso el nombre de Melanie Safka. Que todo había sido una ensoñación.

Hasta hoy.

Hasta este viernes seis de noviembre de dos mil nueve en el que un comentarista musical de Radio Nacional de España la ha mencionado y ha mencionado el título de mi canción preferida y he tecleado una vez más “Melanie Safka” en la página del señor Google –el tipo más sabio del universo- y esta vez ha funcionado. Entradas, página oficial, fotos, giras –la cantante sigue vigente- y comentarios acerca de “Bobo’s party” “canción que la hizo popular en Francia” según afirma el redactor de la Wikipedia.

Me acuesto feliz, tarareando “Bobo’s Party” y habiendo cerrado un capítulo que llevaba abierto demasiados años. Sólo me falta ahora hacerme con la canción.

Buenas noches señora Safka.

Pierre Roca

11.24.2009

Reciclatge.

Fa més d’un segle que al nostre país hi ha empreses dedicades al reciclatge.

Les primeres es van crear al voltant del sector tèxtil que generava –i genera- diferents desperdicis aprofitables per d’altres indústries o activitats. Amb els retalls i restes de cotó se’n fa paper de molta qualitat i aquest altre sector, el del paper, va generar al seu torn i al seu entorn negocis de reciclatge i d’aprofitament.

Amb les restes i retalls de paper i cartró se’n fa més paper i així la roda –el cicle- es perpetua estalviant ingents quantitats de pasta de fusta.

El mateix podem dir dels metalls fèrrics i no fèrrics. Es recuperen, es fonen de nou i surten altre cop al mercat lluents i brillants.

Es recicla el cautxú dels pneumàtics, el vidre, el plàstic, les radiografies per aprofitar-ne la plata de l’emulsió sensible, etc.

Fins fa uns vint-i-cinc anys el reciclatge era cosa dels anomenats drapaires. A ciutat teníen botigues on la gent portava paquets de diaris llegits, llibres vells, estris de cuina abonyegats, restes de fil elèctric, roba vella i en general qualsevol cosa que hagués perdut vigencia. El drapaire ho pagava segons l’antiga llei de l’oferta i la demanda i la seva capacitat de regatejar –de negociar- ho classificava per productes i qualitats i ho revenia a majoristes que ho tornàven a vendre a les indústries que utilitzàven el rebutg com a complement de la matèria primera amb la que fabricàven paper o lingots de metall o coses tan sorprenents com els draps nets per netejar màquines. O vidre per fer envasos o embalatges de plàstic. De tot.

Quan els polítics de la nostra incipient democràcia van llegir la paraula reciclatge va ser com si descobrissin América. Amb la boca plena d’una expressió que van fer seva des del principi van inventar sistemes i procediments que existien i funcionàven des de cent anys abans, van oblidar acuradament l’entramat industrial que s’hi dedicava, van foragitar els negocis dels drapaires de les ciutats i van posar-se d’acord directament amb els gegants del sector, instal.lats generalment als polígons industrials de la periferia, per negociar les ingents quantitats de desperdici que un complex dispositiu municipal recolliria, passant per alt els drapaires de barri i els majoristes de poca envergadura.

L’entramat de recollida és públic i es paga fonamentalment amb els impostos, així com la publicitat que recorda amb insistència als ciutadans que cal reciclar. Com és evident, ningú paga al veí pels cinc kilos de diari ni per les ampolles de cava ni per la planxa vella. Els drapaires han deixat d’existir i han estat remplaçats per munions de vehicles de transport –cotxets de nadó, carretons de súpermercat o camionetes- que recorren els carrers recollint qualsevol cosa que tingui algún valor.

Resumint, el sector públic s’ha carregat la part més visible i més viva d’un important sector industrial i comercial, ha eliminat l’afany de reciclar del personal -que ja no cobra res per fer-ho- ha muntat un dispositiu feixuc, car i ineficient i ha aconseguit l’aparició d’ingents quantitats de drapaires esporàdics que donen als nostres carrers un aspecte bastant més tercermundista que el de les modestes botigues dels drapaires tradicionals.

A sobre s’ha deixat perdre la funció social i vertebradora del drapaire de barri i s’ha esborrat qualsevol menció a l’ofici. Com si no haguessin existit mai, com si no fossin més que un acudit nostàlgic del cantant Joan Manuel Serrat.

És possible que la crisi que patim recicli –de fet ja ho està fent- la indispensable activitat del drapaire.

Pierre Roca

11.19.2009

Lloguer.

És decebedora la antiquada i persistent tendencia a voler posseir i és estimulant la tímida però creixent tendència a voler utilitzar sense posseir, llogant.

El sentiment de la propietat segueix molt arrelat però lentament es va imposant la disposició de vivendes, vehicles, eines i equipaments professionals mitjançant el pagament d’una renda. Llogant.

El lloguer de vivendes és el més conegut i més generalitzat, malgrat l’extraordinària venda de cases i pisos del darrer periode d’aparent riquesa. Els nostres pares acostumàven a viure de lloguer. A mitjans del segle XX era la formula habitual i la compra de la vivenda es considerava gairebé una excentricitat o el privilegi d’un milionari.

Lluny de ser més cómoda, la propietat de la vivenda comporta una sèrie d’obligacions afegides que per sí soles són suficients per descartar la idea, sobre tot si es tracte de propietat vertical –pisos-.

La fatídica comunitat de propietaris obliga a reunions interminables, absurdes i que generalment no solucionen les qüestions per les que s’han programat. Es celebren a l’entrada de l’edifici –una imatge desoladora- a l’hora de sopar o del futbol o de la sèrie preferida a la televisió i són l’equivalent d’un cástig després de la jornada laboral i del trajecte fins al domicili. Eludeixo parlar dels presidents de comunitat, càrrecs que podrien ser penes alternatives a la privació de llibertat.

Si la vivenda és un adossat o una caseta als quatre vents, el fet de ser-ne propietari l’obliga al manteniment de la teulada, del terrenet circundant, de les instal.lacions, la porta del garatge, la reixa d’entrada, la tanca, el paviment, les canonades, etc., etc.

Soc partidari convençut del lloguer de la vivenda principal, de la caseta de cap de setmana, del cotxe i fins i tot de la seu professional i del seu equipament. Partidari de tractar amb propietaris professionals que saben llogar i amb qui es pot negociar, que reparen puntualment els desperfectes i que mantenen relacions civilitzades –i puntuals- amb els llogaters.

En funció de l’èxit professional –o sigui de l’estat de la meva tresoreria- em puc plantejar canviar de casa, buscar-ne una que m’agradi més, anunciar el canvi amb l’antelació adient i canviar d’horitzons. Si al contrari les coses van malament, faig el mateix però en sentit contrari.

Si llogo un vehicle amb un sistema de “renting” o de “leasing” l’escolleixo, me’l donen nou i la quota inclou el manteniment, el canvi de pneumàtics, l’impost de circulació, l’assegurança, les revisions i un vehicle de remplaçament si el meu no pot funcionar durant un temps. La quota és a més una despesa professional i desgrava a l’hora de pagar els impostos.

Si compro, el cotxet baixa de preu al mateix moment de signar la operació, he d’assumir-ne les reparacions, assegurances, manteniment, no puc fer previsions i al final, fent números, resulta que em costa el mateix a canvi d’un servei menys eficient.

Si utilitzo el cotxe de forma puntual el llogo quan el necessito i l’estalvi és escandalós. Ni aparcaments ni res de res. L’agafo, l’utilitzo, el torno.

Amb el “leasing” professional es poden muntar empreses, disposar de l’infraestructura técnica necesaria i treballar sense inmovilitzar quantitats de diners que poden rendibilitzar-se millor que comprant equipaments que seran obsolets a curt termini i que s’hauran de remplaçar.

Llogar és l’equivalent de viatjar amb poc equipatge, amb més llibertat i d’una forma més assenyada i més compatible amb l’entorn en el que ens movem.

Pregunto sovint als propietaris –als propietaris que es mostren orgullosos de les seves possessions- si s’exciten quan toquen les parets del piset o quan passen la ma per la carrosseria d’un cotxe com n’hi ha milions.

Ningú sembla experimentar ereccions o qualsevol altre senyal precursor del plaer, el que em porta a insistir: millor llogar.

Pierre Roca

11.17.2009

Objectes.

Tenim mitificats alguns objectes, marques o estils per raons que ens venen de l’infantesa, de la cultura rebuda, dels orígens o de la influència dels nostres majors.

La professió i les afeccions aporten els seus propis totems que amb el pas del temps es van consolidant, en desplacen d’anteriors i es converteixen en icones indispensables que ens acompanyen durant l’existència.

En una exhibició impúdica em permeto presentar-los els meus totems particulars, tots vinculats a l’afecció que ha estat des de sempre el meu ofici: la comunicació en el sentit més ample, apassionant i acollidor del terme.

Els meus primers passos van estar vinculats al periodisme escrit, però sobre tot a la fotografia de premsa i a l’hora del cinema de reportatge o documental, el que inclou l’anomenat “cinéma vérité” que omplia pagines i pagines de l’indispensable revista francesa “Cahiers du Cinéma”. Tot plegat va fer que la càmera alemanya “Leica” –concretament el model M3- fós un dels meus primers objectes de desig.

Al desig per la cobdiciada Leica s’hi va afegir el que m’inspirava la gravadora de sò “Nagra”, fabricada a Suïssa pel seu creador, el txec Kudelski.

De forma natural vaig desitjar seguidament la càmera de cine “Arriflex” –alemanya com la “Leica”- per a pel.lícula de setze milímetres, després d’un pas breu per la “Bolex” també de setze i que es feia a Suïssa.

El paquet habitual del reporter gràfic de l’època gloriosa de les agències Magnun, Gamma i Sygma era un parell de “Leica”, un “Rolex” d’acer al canell i bones sabates angleses –per exemple unes Church’s- portades amb mitjons “Burlington”. Si el client del reporter era una televisió, l’eina básica era la càmera “Arriflex” complementada per la gravadora “Nagra” que portava el seu company inseparable –els unia el cordó umbilical que permetia sincronitzar sò i imatge-.

El flash havia de ser Braun, marca que va ser precursora de l’ús de l’electrònica en aquests aparells.

Si parlem de cotxes s’imposava el material anglosaxó: el mític “jeep” Willis o el britànic Land Rover, preferiblement de color kaki o verd militar anglès.

Més tard el Range Rover va desplaçar els vehicles esmentats per raons evidents de comoditat i de “glamour”. Posteriorment es va aburguesar, va guanyar pes, va perdre agilitat i vam deixar d’estimar-lo, quedant-nos orfes. El Citroën 2cv –una altra icona- s’havia deixat de fabricar i el Renault 4L va seguir el mateix camí, obrint la porta a cotxes sense ànima sobrecarregats de circuits impresos i d’accessoris inútils.

L’evolució de l’audiovisual va ser molt dura pels alemanys de “Leica”, que no van saber adaptar-se als sistemes reflex que van arribar del Japó de la mà de Nikon i de Asahi, amb la inoblidable Pentax. La “Leica” ha seguit sent malgrat tot la referència de la máxima qualitat, del minimalisme formal i de la elegància discreta. El nostre –de tots els fotògrafs de premsa- admirat Henri Cartier-Bresson no va separar-se mai del seu equip Leica i això és un senyal més que evident. Les emulsions preferides eren Kodak: l’insubstituïble Tri-X i el Panatonic. Les dues en blanc i negre i les dues encara vigents.

La onada electrónica i digital –l’aparició del “dat”- va fer néixer infinitat de sistemes de presa de sò més econòmics que el Nagra, més lleugers i sobre tot més lletjos sense que la marca, que va saber evolucionar fent seus els avenços tecnològics, deixés mai de costat els procediments analògics originals que segueixen sent referència indiscutible.

L’Arriflex de reportatge va ser arraconada per l’irrupció de les càmeres de video –Betacam i similars-. Posteriorment va sorgir Aaton, una empresa artesanal recolzada pel gegant Panasonic que inventa i fabrica al barri vell de Grenoble càmeres inspirades pels productes alemanys de “Arri” i que des de fa pocs anys proposa una gravadora de sò que combina amb enginy procediments i tecnologies i que recorda vagament –pel fons i per la forma- els aparells del senyor Kudelski en un homenatge emocionant.

Pel que fa als vehicles no em queda més remei que fixar-me en el Morgan, una marca que sembla haver trobat la formula per sobreviure i prosperar sense deixar de ser fidel als seus principis, afirmant amb orgull l’estil i la forma de fer britànics.

Encara ens queden objectes de plaer. Per sort.

Pierre Roca

11.14.2009

Inteligencia.

Uno de mis “maître-à-penser” es el conde Alexandre de Marenches.

Fallecido hace unos años, el general de Marenches fue director del espionaje francés entre los años 1970 y 1981, durante los gobiernos de Pompidou y Giscard d’Estaing, después de ser uno de los hombres en los que más confiaba de Gaulle durante y después de la última gran guerra.

Marenches pertenecía a la llamada nobleza rural francesa, desgraciadamente sin parangón en nuestras latitudes. Entendía la aristocracia –o cualquier otro privilegio que podamos recibir en el momento de nacer- cómo una condición que nos obliga a servir al colectivo, revirtiendo al mundo que nos rodea buena parte de los privilegios que el origen o el azar nos han deparado: cualidades intrínsecas, formación, principios, conocimientos. Haber tenido más suerte que la mayoría, afirmaba, no aumenta nuestros derechos pero incrementa nuestros deberes.

Eligió el servicio a su país a través de la milicia y su calidad humana lo llevó a responsabilidades en las que formación, la experiencia vital, el criterio y el sentido común eran determinantes.

Su trayectoria en los servicios de inteligencia de nuestro vecino del norte fue ejemplar. Lo que en sus tiempos se llamaba SDECE –Service de documentation extérieure et de contre-espionnage.- recibe hoy el nombre de DGSE –Direction genérale de la sécurité extérieure- y funciona con un modelo peculiar alejado de sus semejantes –CIA, MI5, etc.- del arco occidental.

Marenches definió objetivos, procedimientos y estrategias, sorteó los obstáculos propios del cargo, generalmente más numerosos entre las filas amigas que en el enemigo, y consiguió lo impensable: mantener el cargo bajo dos presidencias –y dos presidentes- distintos.

En los ámbitos gubernamentales franceses se utiliza la expresión coloquial “los servicios” al referirse a los distintos gabinetes de información que configuran la comunidad de la inteligencia francesa.

Después de Marenches los intereses galos hacia el exterior –lo que viene en llamarse espionaje- se aglutinaron en el ministerio de defensa bajo la denominación actual de DGSE, mientras el contraespionaje se convertía en apéndice del ministerio del interior bajo el nombre de DST –Direction de la sécurité du territoire- actuando al alimón cuando las circunstancias lo requieren con los “Renseignements généraux” –RG- con larga implantación en el hexágono y con otros organismos afines.

La DGSE es hoy un organismo que cuenta con un presupuesto propio de alrededor de los 450 millones de euros y una plantilla cercana a las 4.500 personas, dos tercios de las cuales son civiles.

Su organización, su origen, su tradición y su cartilla de servicios convierten el servicio francés en uno de los referentes de la profesión, con la ventaja añadida de una discreción envidiada por muchos de sus pares.

Pierre Roca

11.01.2009

Contrastant.

El colectivo Contrastant dio por finalizada su trayectoria en febrero del 2007.

Se trataba de un grupo de profesores de universidad que invirtió dosis considerables de sentido común y de aritmética básica para encauzar los desproporcionados datos de asistencia a las manifestaciones de todo pelaje que tenían y siguen teniendo lugar en la piel de toro.

El procedimiento es de lo más sencillo: se calcula la superficie del espacio público por el que discurre la manifestación y se aplica la fórmula comúnmente aceptada de 3,3 personas por metro cuadrado.

Para comprobar el fundamento de la fórmula les sugiero que marquen en el pavimento de su domicilio un cuadrado de uno por un metro e inviten a sus familiares, amigos o conocidos a situarse en él. De ese modo tan sencillo podrán observar que la sensación de aglomeración es notable y podrán imaginar de paso que andar en ese entorno de densidad humana es difícil y agobiante.

Fui consciente del primer ejemplo flagrante de datos de asistencia a una manifestación poco rigurosos en la que se organizó en Barcelona a raiz del asesinato de Ernest Lluch. Por primera vez se mencionó la cifra mágica del millón de personas y nadie pareció tomarse la molestia de cuestionar el dato.

La manifestación tuvo lugar en el Passeig de Gràcia de la capital catalana. El espacio que se acotó iba desde la Diagonal hasta la parte baja de esa avenida, en su confluencia con Plaça Catalunya. En total once manzanas del Eixample barcelonés.

La longitud aproximada del rectángulo –manzanas de casas más calles- es de 1.450 m. y su anchura 60 m., lo que nos da una superficie de 87.000 m2. Aplicando la fórmula expresada antes –3,3 personas por metro cuadrado- la asistencia máxima de ciudadanos hubiese sido de 287.100 personas.

Asistí a esa manifestación y me consta que en ningún momento se llenó el Passeig de Gràcia en toda su longitud. Admitamos que en algún momento se alcanzasen los tres cuartos.

Me consta asimismo que las dos calzadas laterales y las aceras mostraban un aspecto mucho menos denso que la calzada central, y que incluso en esa parte del paseo los claros eran notables si exceptuamos las primeras filas, siempre más apretadas. Permitían saludar a un conocido, charlar y cambiar de corro sin apreturas.

Con todo ello la cifra máxima de afluencia debió ser de unas doscientas mil personas, que no es poco para una ciudad de aproximadamente millón y medio de habitantes.

Desde el punto de vista informativo con tintes amarillistas el hallazgo del millón fue un éxito. Memorizamos el guarismo y durante bastante tiempo fue de uso común en las charlas de café, en cualquier tertulia e incluso en el taxi. A partir de ese millón mítico las otras manifestaciones multitudinarias del país se han visto obligadas a igualar o superar la cifra. El record lo detenta ahora mismo la manifestación antiabortista organizada en Madrid hace pocos días, en la que se manejan con alegría los dos millones de asistentes. En un debate televisivo posterior, una periodista partidaria de las opciones contrarias al aborto afirmó sin pestañear que la asistencia había sido de “por lo menos dos millones de personas”. Su argumento era de peso: “Era impresionante. Me ha parecido que éramos unos dos millones. O más.”

El desaparecido colectivo Contrastant proporcionaba datos irrefutables, al margen de las tendencias, intereses y apetencias del respetable. Longitud por anchura y tanto por metro cuadrado.

Sin remuneración, sin subvenciones y con escasas simpatías por parte del poder e incluso de los medios, la eficaz herramienta del grupo de profesores expiró hace más de dos años.

Dos millones de asistentes. O más.

Pierre Roca

10.25.2009

Acabados.

Habitamos un país de deficientes acabados.

La circunstancia puede apreciarse más al regreso de un viaje por el continente europeo pero si nos fijamos, podemos observar cerca de nosotros los malos acabados que nos distinguen.

Los edificios, las calles, las reformas, la iluminación y un largo, muy largo etcétera que a fuerza de estar asentado en nuestra peculiar cultura acaba siendo invisible, instalado en la normalidad y en consecuencia de difícil reconducción.

Cuando hace un cuarto de siglo tenía una empresa de arquitectura efímera –montábamos infraestructuras para grandes espectáculos, actos políticos, exposiciones, inauguraciones, fiestas y en general cualquier acto puntual de los que se montan, viven su momento de gloria y se desmontan- usábamos grandes cantidades de alambre para solventar cualquier problema. Desde la fijación de una vigueta de madera hasta la suspensión de alguna luminaria, pasando por otras soluciones rápidas que pudiesen ser enmascaradas por los elementos de decoración superpuestos.

En aquella época el uso del alambre era general en la construcción, por ejemplo. Con alambre se aguantaban los falsos techos, la famosa y omnipresente uralita, algunas tejas e infinidad de otros materiales. Si se examinaba con atención la obra muerta de cualquier edificación se descubrían ingentes cantidades de hilo de hierro aguantando, sosteniendo, apretando, tensando y ayudando a mantener el edificio en pie.

A menudo bromeábamos diciendo que si el alambre de todo el país se fundiese de golpe el desastre sería tremendo. Una catástrofe.

En todos los casos el uso del alambre era una solución provisional que más tarde, esa era la intención, se mejoraría con el uso del material y del procedimiento adecuados. Esa segunda parte no veía la luz prácticamente nunca. “Ya está bien” –una de las frases más usadas del país- era la sentencia que equivalía a otorgar categoría de solución definitiva a lo que no había sido más que un truco para acelerar el montaje.

En nuestros días el alambre ha sido sustituido en gran parte por las bridas de nylon u otro material plástico y por la famosa “cinta Spit”. Las bridas son tan provisionales cómo el alambre galvanizado o sin galvanizar pero tienen una apariencia más moderna, más pulcra y más tecnológica que les da cierta categoría y una estética la mar de moderna. La cinta Spit es más rústica y menos amable a la vista.

La cuestión es que seguimos optando por las soluciones provisionales y seguimos con nuestra dichosa tendencia al “ya está bien” y a dejar las cosas mal acabadas. “Lo haremos más tarde”. Pero ya no se hace.

Fíjense por ejemplo en alguna obra de la vía pública. Una vez terminada se dejan las vallas amontonadas de cualquier modo y durante días o semanas hasta que alguien las recoge. También se deja uno o dos montoncitos de escombros. Los barrenderos no los retiran –no es cosa suya- y algún vecino aprovecha para añadir un bidet fuera de uso, un lavabo roto o una antigua encimera de mármol grasienta y hecha pedazos. Es casi seguro que se dejan además uno o varios carteles, una señal de prohibido aparcar abollada y cinta de plástico roja y blanca que se ha usado para señalizar la zona durante los trabajos.

Algunas zonas rurales están llenas de construcciones de ladrillo hueco o de bloques de hormigón, todo ello sin revocar ni pintar. La sensación de provisionalidad es desoladora, sólo comparable con los restos herrumbrosos de algún vehículo o la furgoneta desvencijada situada en medio de un campo, sin ruedas, oxidada y que hace las veces de almacén de aperos agrícolas. Una imagen surrealista, cierto, pero no por ello menos fea y significativa, poco halagadora para quien destruye así un paisaje con la única justificación de su mezquina conveniencia, de su desprecio por los demás.

Por todos los demás.

 

Pierre Roca

10.17.2009

Economistes.

És fascinant que un sector professional –el dels economistes- que ha evidenciat en els darrers temps tanta facilitat per l’error, tanta falta de previsió i tanta incapacitat per l’anàlisi coherent de la situació económica del país, de l’entorn i del planeta segueixi gaudint d’un prestigi absolutament fora de lloc i sobre tot absolutament injustificat.

Podriem confiar en un cuiner que crema habitualment el sofregit ?

Podriem seguir acudint a la consulta d’un metge que s’ha distingit per haver matat uns quants pacients? Si vosté fós entrenador d’un equip de futbol, seguiría confiant en un porter que deixa entrar les pilotes ?

Si anem més lluny amb l’exemple, el cuiner, el metge i el porter es passarien el dia pontificant, fent prospectiva i vaticinant el futur, mentre la realitat –la tossuda realitat- no deixa de ser el desastre tangible que viuen en l’exercici de les seves ocupacions professionals respectives.

La falta de pudor és una altra de les característiques de l’economista.

En el decurs d’un mateix dia podem llegir o escoltar les declaracions d’un prestigiós economista de renom internacional –possiblement un premi Nobel- anunciant que la crisi s’allargarà fins al 2020, les del responsable del servei d’estudis d’un banc importantíssim assegurant, dades en mà, que la reactivació s’accelera i que l’espectre de la recessió no és més que un record fugisser i les d’un gurú, “doctor honoris causa” de les universitats més celebrades del planeta, afirmant de forma taxativa que a finals d’any tornarem a lligar els gossos amb llonganisses.

Em meravella constatar la clarividència de tipus que no van ni olorar la davallada, que mai van esmentar el daltabaix, que no van veure o no van saber cap on mirar.

La soprenent capacitat d’anticipació dels economistes només és comparable amb la dels polítics, la dels dirigents sindicals i la dels responsables de les organitzacions empresarials. Tots tenen la solució adient, tots coneixen els passos que cal donar, tots estan en possessió de la veritat absoluta i no admeten discussió. Qualsevol alcalde o dirigent sindical –evidentment alliberat- o directiu de mig pèl d’una agrupació de comerciants esgrimeix xifres, proposa formules magistrals, aconsella, felicita o renya en funció del que es fa i es desfà. Com si els coneixements fossin un afegit del càrrec, un suplement que només cal endollar per adquirir una visió global de totes les coses. Com si abans de l’ensopegada planetària aquests savis conjoncturals haguessin anticipat la tempesta que s’acostava.

A tot això els economistes consultors –i consultats-, que ara són dotzenes, cobren importants emoluments per dir a la tertúlia de torn el que han imaginat mentre es vestien després de la dutxa o per expressar-ho amb un llenguatge tan cuidat com hermètic a la secció d’economia dels principals diaris.

Curiosament poques veus al.ludeixen a la terrible combinació de tres fenòmens inqüestionables: per una banda l’increment de la població mundial, que suposa que els recursos –tots els recursos- s’han de repartir cada cop entre més individus, per altra banda la sortida del túnel de dos països hiperpoblats i emergents com la Xina i l’Índia, el que implica una competència ferotge i creixent pels països tradicionalment industrialitzats i finalment el que anomenem globalització i que es materialitza en moviments de masses migratòries cada cop més importants, cada cop més exigents, cada cop menys controlables.

La conseqüència de tot plegat és un entorn menys previsible –ho lamento pels economistes- i un canguelo evident pels habitants del primer món, cada cop més espantats pel que passa, pel desconeixement de les raons profundes del fenòmen i per la por atávica que la ignorancia del que passarà porta implícita.

Pierre Roca

10.11.2009

Butano.


El butano és un excel.lent exemple del contrast permanent en el que vivim els habitants d’aquesta ciutat.

A Barcelona, ciutat de la modernitat més extremada, bressol de creadors, de visionaris adelantats al temps, d’estetes consagrats a dissenyar i redissenyar objectes, aliments i processos, d’arquitectes i d’urbanistes que reinventen el nostre entorn concurs a concurs, d’artistes agosarats i de polítics que saben treure profit de totes aquestes qualitats, a Barcelona es segueix venent el gas butano a peu de carrer amb l’antic i acreditat sistema del senyal acústic i del crit.

Sorprenentment ningú ho menciona i ningú sembla queixar-se del diari exercici de percussió del venedor de butano, que atonyina la bombona amb qualsevol estri de ferro per anunciar la bona nova i deixar constància del seu pas pel carrer.

Se m’acudeix que en aquests temps de crisi d’altres gremis podrien prendre exemple dels esforçats repartidors de gas butano i anunciar la mercaderia fent sonar qualsevol altre instrument. La ciutat, habitualment massa silenciosa, hi guanyaria en diversitat sonora, en qualitat ambiental i possiblement en creativitat i eficiencia comercial. Un somni.

Posats a somiar no em costa imaginar el perruquer anunciant el seu servei a base de fer sonar les tisores mentre recorre el barri vestit amb la bateta blanca. Els que venen llaunes de beguda les podrien fer dringar, el que ven mòbils faria sonar els timbres dels aparells al volum màxim, els negocis de pizzes motoritzades canviarien els folletons amb els que omplen les bústies per cantants de rock itinerants i l’Ajuntament, en lloc de treballar contra la sostenibilitat repartint mensualment a domicili revistes que ningú no llegeix, faria circular orquestres ambulants que s’afegirien als altres sons, melodies i sorolls de les diferents corporacions professionals.

Cap d’aquestes eventualitats es penalitzaria, com no es persegueix ara mateix la rítmica i anacrònica percussió metal.lica de la bombona.

Sent com som una ciutat emblemática i exportadora de idees, es fácil pensar que ben aviat bon nombre d’altres ciutats del món més civilitzat adoptaran el model BCS –Barcelona Commercial Sound- per difondre els petits o grans negocis dels ciutadans.

De fet la SGAE ha organitzat una cèl.lula que estudia la qüestió, per si cal remunerar els autors de les melodies, que per molt primitives que semblin als menys preparats no deixen de tenir un interés artístic evident que a hores d’ara ja és objecte d’estudis, taules rodones i debats.

Un altre avantatge de la proposta és que la ciutat, que ara mateix és la segona o tercera del món pel que fa al nivell acústic, podria deixar aquests llocs secundaris i assolir la primera posició que ens mereixem.

Les circumstàncies exposades permetrien a més organitzar de nou la nostra diversitat acústica.

Els nombrosos vehicles del servei de neteja urbana –el de les escombraries, el dels contenidors, el que buida les papereres, el que neteja les pintades, el de la neteja a pressió del paviment i tots els que participen una nit per setmana a la divertida i animada festa de la recollida de mobles i d’altres objectes que llencem- tots es podrien posar d’acord i organitzar concursos de sorolls, amb modalitats d’horari, de diversitat i de volum. Cada carrer, cada barri rivalitzaria per tenir més sorolls i assolir més volum. Premis, accessits, sentides paraules de l’alcalde, sana competència i orgull ciutadà a dojo. La ciutat ideal sempre imaginada i finalment al nostre abast.

Per no caure en la reiteració passo per alt la creació de nous llocs de treball, l’increment de turistes, la proliferació d’otorrinos i l’augment de vocacions musicals esperant aconseguir el certificat PUB de “Percussionista Urbà de Barcelona”.

Parem l’orella i preparem-nos per un futur brillant i sonor.


Pierre Roca

10.07.2009

Polítics.

Els polítics haurien de ser el millor de la societat però és evident que no ho són.

Vivim per desgràcia en un entorrn en el que ho podem comprovar diàriament.

De polítics n’he conegut i en conec uns quants. No en voldria cap com a soci ni com ajudant ni fent de noi d’encàrrecs. A partir del moment en el que abracen la política –una decisió comparable als vots dels religiosos- perden de vista el món real, s’allunyen del factor terra i la percepció dels éssers que els envolten i de les seves realitts respectives esdevé borrosa. Borrosa i fonamentalment llunyana.

Afirmo que la voluntat dels polítics no és altra que aconseguir la reelecció. Alguns, per cert, ho aconsegueixen, es perpetúen i la gent acaba dient d’ells que porten vint, trenta o quaranta anys sense baixar del cotxe oficial.

Dedicar-se únicament a treballar per la reelecció no significa que siguin menys honrats que vosté o jo. Ho fan convençuts que el país, la ciutat, la societat i el món sencer funcionaran molt millor si segueixen ocupant el lloc que tenen o un de millor. Diputat ras, càrrec polític, càrrec de confiança, director general, ministre o el que sigui.

Aquesta batalla permanent per no ser descavalcats els porta a desenvolupar elípsis tortuoses que els allunyen del que han manifestat i promés durant el periode electoral. Elípsis, quedi clar, que veuen la llum en el decurs de negociacions amb els partits contraris per aconseguir qualsevol cosa, com per exemple arrodonir l’elípsi anterior, ella mateixa nascuda de la d’abans i aquesta d’una altra anterior.

Es negocia la millora d’un bocí de carretera que ha provocat un reguitzell d’accidents amb víctimes, però la part contrària ven car el seu vot i demana a canvi que s’encarregui un estudi per avaluar la incidència de la convivència dels alumnes de les escoles amb nens africans sobre el llenguatge de l’alumnat autòcton. Es signa l’acord i les dues o més parts poden transmetre l’èxit a la clientela. Tots contents.

Per aconseguir els seus objectius el polític passa per sobre de qui sigui. Sempre pel bé del país, naturalment. Promet qualsevol cosa, jura que seguirà la qüestió, demana que no es perdi el contacte i que si li recordi el que s’acaba de dir. “Em truques la propera setmana, quedem i en seguim parlant. Ho hauré comentat a l’alcalde”.

Quan la víctima propiciatòria truca, torna a trucar, insisteix, envia un correu o dos o fins i tot tres o, en una demostració d’astúcia, escriu i envia una carta convencional de les de sobre i segell, quan ho fa i no aconsegueix parlar mai més amb el polític és com una revelació i comença a entendre que hi ha móns paral.lels, que els seus interessos de ciutadà conscient i compromés són a anys-llum dels que remenen les cireres i tallen el bacallà i que el polític és un ésser mediatitzat per les properes eleccions. Condicionat. Res pot ser mai més important. Res comparable al que té. Càrrec, despatx, secretària, assessors, diners de lliure disposició, cotxe oficial o de funció, reunions, comités, sopars, visites, inauguracions, intercanvi de targes, cites, confidencies a mitja veu i l’esguard sempre atent a la possible arribada d’algú més important, per si cal canviar d’interlocutor.

Fa un grapat d’anys un conegut va ser anomenat per primer cop per a un càrrec polític de rellevància. La trucada es va produir de matinada i a continuació em va trucar per anunciar-me la bona nova... i per preguntar-me on podia comprar-se un vestit seriós i digne del càrrec. A partir d’aquest moment, del dia a dia, de la praxis i dels coneixements que el càrrec propicia va entendre en pocs mesos que l’únic important era no deixar mai més l’òrbita de l’Administració. Ho va aconseguir i va plegar fa poc després de tota una vida dedicada a la mediocritat.

Somriguin per favor.

Pierre Roca

9.25.2009

Recursos humanos.

La tendencia creciente a no llamar las cosas por su nombre determinó hace unos años la adopción de la expresión “recursos humanos” para referirse al personal de una empresa.

Aclarada esta cuestión les cuento que me sigue fascinando la insistencia de buena parte del empresariado español, que considera los mencionados recursos humanos cómo un gasto –casi un castigo divino- en lugar de considerarlo una inversión que debe trabajar a favor de la empresa, optimizar sus resultados y redundar finalmente en más y mejores beneficios que el empresario, si es listo y tiene visión de futuro, repartirá de modo equitativo.

La consideración apuntada lleva implícita la actitud bien conocida en nuestro país a la hora de seleccionar candidatos para un puesto en la empresa: se elige sistemáticamente –salvo en muy escasas y honrosas excepciones- a los más jóvenes, que serán menos remunerados y a los que será más fácil obligarles a firmar contratos vergonzosos. La experiencia no cuenta.

En las empresas de servicios la actitud descrita es especialmente sorprendente, puesto que en el sector terciario el empleado es el vínculo entre la empresa y el cliente. Si el empleado –el recurso humano- se sabe mal pagado y peor contratado, si se siente despreciado, si no se le considera ni se tienen en cuenta sus puntos de vista desde la línea de fuego del negocio, si desarrolla su función con la única esperanza de la fiesta semanal y el cobro, si todo ello es así su respuesta ante el cliente es de la misma calidad, la imagen que proyecta es negativa y el rastro que deja en el subconsciente del ya mencionado cliente es negativo.

Tengo a mano ejemplos de grupos de hostelería, parques de atracciones, empresas públicas, corporaciones bancarias o empresitas de tres al cuarto cuyo único parámetro a la hora de seleccionar personal es la posibilidad del menor sueldo posible y la de imponer horarios o calendarios laborales leoninos y por supuesto al margen de las normas y reglamentos, dando por supuesto que la necesidad mantendrá cerradas las exigencias y las bocas de los damnificados.

Cuando se habla de productividad en la piel de toro se debería tener en cuenta para empezar que el empleado maltratado es un ser desmotivado y no suele estar dispuesto a mayores exigencias.

No se valoran sus esfuerzos ni sus ideas ni su posible implicación en los procesos, estrategias o proyectos, dejándole al contrario al margen de cuanto desborda su dedicación más inmediata, en una patética demostración de desconfianza fruto, cómo es bien sabido, de la inseguridad de la cúpula empresarial y a su vez de los sucesivos estamentos orgánicos.

La productividad, la optimización de la calidad, el perfeccionamiento de los procesos y el mejor servicio al cliente se consiguen mediante la implicación directa de todos y cada uno de los individuos implicados.

La seguridad del criterio de los máximos gestores se traslada a la dirección intermedia y de ésta a las bases, todo ello mediante una adecuada comunicación interna que ponga de relieve en todo momento el valor de todos y de cada uno de los miembros del proyecto. De este modo la suma de todas las energías trabaja en la dirección adecuada.

Más que nunca es ahora el momento de facilitar, flexibilizar y otorgar confianza.

Más que nunca la retribución debe calcularse en función de los resultados de cada uno, a su nivel.

Momento de cuestionar la presencia del empleado en la sede corporativa si la función puede desempeñarse desde su domicilio y de plantearse la idoneidad de los horarios rígidos excepto en lo referente a la atención al público, siempre que dicha atención no pueda efectuarse en línea.

Momento, sobre todo, de considerar los recursos humanos de la empresa cómo aliados, socios o parte muy implicada en su devenir.

Inversión. No gasto.


Pierre Roca

9.18.2009

Patriotes.

Els patriotes d’altres països europeus que conec, fonamentalment suïssos, francesos, alemanys i belgues, són gent com vosté i jo, raonablement contents d’haver nascut i de viure on els ha tocat.

Treballadors, comerciants, financers, creadors, gent de la comunicació, futbolistes o artistes. Afiliats o no a partits de tot el ventall parlamentari, esquerrosos aferrissats o partidaris de la dreta, europeistes o nacionalistes o autonomistes.

Contents i orgullosos de ser francesos o alemanys o suïssos o el que sigui.

El primer de maig, per exemple, el comunisme francès desfila, es manifesta i es fa notar. Tots amb insígnies amb la falç i el martell, tots amb la bandera tricolor del seu país. Orgull de ser francesos i comunistes. El mateix passa a la resta dels països europeus que conec.

Tota aquesta gent es declara patriota, partidaria del seu país i enamorada de la terra que els ha vist néixer o que els ha acollit. S’emocionen amb l’himne, el canten quan sona als esdeveniments esportius, s’omplen la boca amb les excel.lències del seu país i converteixen l’orgull en realitat cuidant l’entorn, la terra, les ciutats i el paisatge. Practiquen el patriotisme real amb feina real, una actitud real i aportacions reals i amb un sentiment nacional allunyat de qualsevol ombra de feixisme.

El resultat visible és que, posant un exemple senzillet, si seguim el “Tour” de França per televisió veiem un país cuidat, una “campagne” preciosa, poblets insignificants pulcres, ciutats de província delicioses i carreteres que semblen dibuixades. Cada ciutadà cuida la seva part de país –la façana de casa, el jardinet, l’hort, la finca, la botigueta de barri o el magatzem- i la suma de tot plegat és el que veiem mentre els ciclistes pedalegen.

Els patriotes d’aquest país nostre –els que conec i ho proclamen- s’omplen la boca de pàtria i procuren saltar-se indefectiblement alguna norma urbanística o llençar la runa al revol d’una carretera secundària o deixar mobles vells al carrer quan els hi dona la gana. Procuren pagar menys i fer treballar més als treballadors que tenen empleats, sobre tot si són immigrants sense recursos. Estafen l’Estat amb els impostos, han evadit capitals mentre els ha estat possible, construeixen on volen amb la complicitat d’altres patriotes funcionaris, es carreguen l’entorn i critiquen sistemàticament el govern sense aportar alternatives ni posar-se a fer feina.

Si els deixessim buidarien el mar en dos dies, ens deixarien sense boscos i convertirien els rius en clavagueres per estalviar-se la depuració.

Viatjant pel país podem estimar la densitat de patriotes –dels nostres- per metre quadrat en funció de l’estat del que veiem. Si els pobles són lletjos i descuidats, si els plans urbanístics són caòtics o inexistents, si els camps es decoren amb cadàvers de vehicles rovellats, si les construccions industrials o les urbanitzacions es veuen inacabades i destrossen el paisatge i fan mal als ulls i donen una péssima imatge del país és que els patriotes locals fan de les seves sense control, sense respecte pel patrimoni de tots i carregant-se sistemàticament el que toquen.

Es pot dir el mateix de les nostres ciutats. Si us sorprèn la presència d’una botiga horrorosa entre edificacions interessants no ho dubteu: el patriota local és a prop.

Cito un comentari de l’arquitecte Oscar Tusquets referint-se a l’obra de l’arquitecte finlandès Alvar Aalto: “no hem de perdre de vista que vivía a Finlandia, un país on no he vist mai coses lletges. És cert que a Itàlia hi ha coses d’una bellesa indescriptible, però la resta del país sembla Espanya”.

Ara mateix m’agafen ganes d’un viatge per la “campagne” francesa.


Pierre Roca